A propósito del pasado “Día Internacional de la Mujer” de 2024, las Naciones Unidas hicieron un llamado a “Invertir en las mujeres: acelerar el progreso”.
El tema destaca cómo, en medio de tensiones globales, lograr la igualdad de género es de vital importancia para el bienestar colectivo de las comunidades de todo el mundo.
Llama la atención sobre los importantes desafíos que persisten para garantizar resultados con equidad de género: en particular la evidencia de los persistentes problemas que aquejan a las mujeres en muchas partes del planeta.
El “Panorama de Género 2023” proyecta que 340 millones de mujeres y niñas seguirán viviendo en la pobreza para 2030 y destaca que se necesitarán mil millones de dólares de inversiones para alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sostenibles (ODS) de igualdad de género.
A medida que deben continuar los llamados globales para obtener financiamiento para la igualdad de género, no es menos cierto que habrá que seguir fortaleciendo la labor de inclusión y equidad de género. Gran parte del trabajo tradicionalmente realizado por niñas y mujeres, como el trabajo doméstico y de cuidados, no está remunerado y no se tiene en cuenta en los modelos económicos convencionales.
A escala mundial, se estima que las mujeres realizan aproximadamente el 76 % del trabajo de cuidados no remunerado. Incluso cuando es remunerado, el trabajo de cuidados se caracteriza a menudo por salarios bajos y condiciones laborales inadecuadas, especialmente para los trabajadores (as) más marginados (as).
En el pasado “Día Internacional de la Mujer”, mientras reflexionábamos sobre los avances logrados en la lucha por la igualdad y la justicia de género en las décadas anteriores, el diseño de políticas y programas también se fortalecerían si se abordara la relativa invisibilidad del trabajo de las mujeres en las economías informales y de cuidados.
En fin, situar a las mujeres en el desarrollo global implicará establecer estrategias inclusivas que transformen los sistemas que sustentan la desigualdad y el patriarcado. Por eso, repensar las relaciones entre género, trabajo y economía es esencial para construir un futuro más justo para todos (as).