Estados Unidos.- Erik Childress se agachó junto al sendero que serpentea hasta lo más profundo del bosque mientras se ponía un cigarrillo entre los labios.
Un flujo constante de personas descalzas pasaba junto a Childress, de 30 años, que llevaba su carretilla roja llena de cebollas, agua y gasolina, y usaba una camiseta tie-dye. Con la respiración aún entrecortada por el esfuerzo que supuso empujar las provisiones a lo largo del sendero lleno de baches, Childless miró a una mujer que pasaba, con una manta y una tienda de campaña colgadas sobre sus hombros.
“Bienvenida a casa”, le dijo con una sonrisa, haciendo la señal de paz con la mano.
Bajo la atenta mirada de los residentes y funcionarios locales, hasta 10 000 personas que se describen a sí mismas como hippies y contraculturales, como Childress, están acudiendo en masa a esta zona remota situada en el norte de Colorado para celebrar el 50 aniversario de la Familia Arcoíris, el fin de semana del 4 de julio.
Fundado en parte por veteranos que luchaban contra el alcoholismo, la adicción a las drogas y lo que ahora se reconoce como trastorno de estrés postraumático, el grupo organizó su primer campamento en Colorado en 1972. Los participantes festejan, rezan por la paz mundial y celebran la humanidad colectiva en un evento parecido a los conciertos de Grateful Dead, Woodstock y Burning Man.
El grupo no tiene líderes y se reúne anualmente para acampar en tierras públicas de todo el país. Lleva generaciones enfrentándose a las fuerzas del orden por el consumo de drogas, el saneamiento y el daño a los bosques. Los campamentos nacionales anteriores, que se han montado en Arkansas, Texas, Vermont y Michigan, han atraído hasta 20 000 asistentes. El viernes por la mañana habían llegado unas 3 400 personas, entre ellas decenas de niños, según los funcionarios federales.
Asistentes a la reunión de la Familia Arcoíris abrazándose durante los preparativos para el campamento anual, que este año se realizará en una zona remota del Bosque Nacional Routt en Colorado, el 26 de junio.
Decenas de agentes de policía están patrullando el encuentro en el Bosque Nacional Routt y ya han expulsado a los participantes de un lago donde se estaban bañando, advirtieron sobre hacer fogatas al aire libre y dejar a los perros sin correa. También están inspeccionando las camionetas, autobuses y autos en mal estado que se abren paso por el largo camino de tierra para llegar al evento.
Los guardabosques suelen poner cientos de multas en cada reunión, que el año pasado se llevó a cabo a las afueras de Taos, en Nuevo México, a unos 110 kilómetros al norte de Santa Fe. Normalmente, el Servicio Forestal demanda que los grupos grandes pidan un permiso, pero la Familia Arcoíris se niega a participar en ese proceso, citando su derecho de la Primera Enmienda a reunirse sin la aprobación del gobierno.
Aunque el grupo afirma que no tiene líderes, los participantes se ofrecen como voluntarios para trabajar en lo que sea necesario para celebrar esas reuniones, desde obtener agua potable de los manantiales de las montañas hasta cavar las letrinas y transportar cocinas comunales. Su campamento para la semana se encuentra a más de un kilómetro y medio por un sendero que parte del estacionamiento, por lo que los asistentes deben llevar todo lo que necesitan para su estancia.
Barry “Plunker” Adams es uno de los fundadores del grupo y cumplió 77 años días antes de que comenzara el evento. Descansando a la sombra después de caminar hasta el campamento, Adams entonó una canción de casi cinco minutos sobre los orígenes del grupo y explicó que, después de dejar la Marina tras la Guerra de Vietnam, necesitaba una nueva forma de lidiar con la sociedad moderna.
“Nos salvó. En vez de matar gente, la cuidábamos”, contó. “Así intentamos curarnos mutuamente”.
Barry “Plunker” Adams es uno de los fundadores del grupo de campamentos de la Familia Arcoíris.
Adams ha asistido a la mayoría de las reuniones nacionales desde que se celebró la primera, aunque dijo que algunos años ha tenido que mantenerse al margen para evitar a los agentes de la ley, que creían erróneamente que él era el encargado.
“Lo hacemos en paz, intentamos no dañar la Tierra y que todos pueden sentir su soberanía individual”, dijo a la sombra, apoyándose en su bastón mientras los mosquitos zumbaban a su alrededor. “No somos perfectos. Solo somos personas”.
Un miembro de la Familia Arcoíris haciendo la señal de la paz mientras un guardabosques del Servicio Forestal de Estados Unidos ayuda a transportar suministros, el 26 de junio. Los guardabosques y las personas de la Familia Arcoíris dicen que intentan construir una relación de respeto mutuo.
A los miembros de la Familia Arcoíris les irrita la presencia policial, pero también afirman que respetan las órdenes de los guardabosques cuando les piden que sigan las reglas.
Adams dijo que este año el nivel de aplicación de la ley “no es tan malo”, en comparación con experiencias pasadas.
Los funcionarios del Servicio Forestal dicen que están trabajando con algunos miembros de la Familia Arcoíris para minimizar el impacto del grupo, pero aún lo consideran una reunión ilegal.
Hasta ahora, el Servicio Forestal ha emitido alrededor de 100 multas por infracciones que van desde el consumo de drogas hasta daños a la tierra, según las autoridades. El año pasado, los guardabosques aplicaron alrededor de 600 multas y arrestaron a un pequeño número de personas.
“Se trata de proteger la salud y la seguridad, así como los recursos forestales”, afirmó Hilary Markin, portavoz del Servicio Forestal de Estados Unidos asignada al equipo federal de 60 personas que supervisa la reunión.
Guardabosques del Servicio Forestal de Estados Unidos caminando por un área de estacionamiento en la reunión de la Familia Arcoíris, el 26 de junio.
Markin, que en el pasado ha ayudado a gestionar varias reuniones, dijo que los guardabosques solo quieren asegurarse de que los desechos humanos se entierren adecuadamente, que las cocinas comunales no contaminen los arroyos y que se retire cualquier estructura temporal construida para el campamento cuando los miembros de la Familia Arcoíris se vayan.
“Les pedimos a los visitantes del bosque que obedezcan todas las leyes locales, estatales y federales en nuestro ámbito de acción”, dijo Markin.
Un buzón lleno de marihuana afuera de un campamento en el encuentro de la Familia Arcoíris, el 26 de junio. La marihuana es legal en Colorado, pero está prohibida en tierras forestales federales, por lo que los campistas ponen la marihuana dentro del buzón porque creen que solo los inspectores postales pueden abrirlo sin una orden judicial.Más
El desafío para la reunión de este año es que, aunque la marihuana es legal en Colorado, sigue siendo ilegal en las tierras del Servicio Forestal, por lo que los guardabosques están multando a las personas que atrapan con ella. Un ingenioso grupo de campistas puso un buzón y lo llenó de marihuana para que la usaran los demás, alegando que solo los inspectores postales pueden abrir buzones sin una orden judicial.
Los guardabosques del Servicio Forestal señalan que la gran mayoría de los miembros de la Familia Arcoíris con los que interactúan son respetuosos y cumplen la ley. Sin embargo, muchas personas se irritan por lo que consideran un acoso por parte de las fuerzas del orden en cuestiones menores.
Los funcionarios locales reconocen que les preocupa particularmente los problemas de seguridad y salud pública, dada la naturaleza rural de su condado, Routt, que normalmente solo tiene unos 25 000 residentes.
La comisionada del condado, Beth Melton, contó que la ambulancia más cercana a la reunión de la Familia Arcoíris tendría que hacer un viaje de ida y vuelta de tres horas si es necesario evacuar a alguien, y es la única ambulancia que tienen normalmente. Las lluvias recientes han enfangado algunos de los caminos de tierra que conducen a la zona de la acampada, por lo que el viaje es aún más difícil de lo habitual.
Miembros del campamento de Kid Village en el encuentro de la Familia Arcoíris instalando un toldo sobre la cocina de su grupo, como parte de los preparativos para el campamento anual en el Bosque Nacional Routt, el 26 de junio.
“Tenemos que velar por la salud y la seguridad públicas, y esta reunión las afecta, por lo que debemos prepararnos”, dijo Melton. “Es un número significativo de personas en un área muy remota de nuestro condado. Dios no quiera que se produzca un brote de E. coli”.
De vuelta a la sombra en la zona de rápido crecimiento de Kid Village, Filipe Chávez, de 83 años, dijo que esperaba que los enfrentamientos con las fuerzas del orden fueran mínimos este año. Chávez, un camionero jubilado, condujo hasta Colorado con su perro Benny desde cerca de Gainesville, Florida.
Cuenta que formar parte de la Familia Arcoíris lo ayudó a superar el alcoholismo en el que cayó durante su servicio militar en Vietnam. También afirmó que los asistentes solo quieren que los dejen en paz.
Estar rodeado de bosque, entre personas que comparten una experiencia única, lo ayuda a mantenerse centrado en el mundo, confesó.
“Es una declaración de intenciones sobre cómo unirse y vivir juntos desde la tolerancia y el respeto”, dijo Chávez mientras ahuyentaba algunos insectos. “Hasta los mosquitos están aquí por una razón”.
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