El ingreso de Marina Silva a la competencia electoral en reemplazo de Eduardo Campos tras la muerte de éste en un accidente aéreo ha modificado el panorama, dado que las encuestas indican que atrae a votantes que antes se mostraban indecisos.
Para ganar tiene que hacer más: restarle apoyo a la presidenta Dilma Rousseff entre los pobres, que se han beneficiado de 12 años de políticas de bienestar social durante la gestión del Partido de los Trabajadores.
Silva, que tiene 56 años, está empatada en el segundo lugar con Aécio Neves con 21 y 20 por ciento de apoyo respectivamente, 15 puntos porcentuales por debajo de Rousseff para las elecciones del 5 de octubre, según la encuesta realizada el 14 y 15 de agosto que tiene un margen de error de más o menos dos puntos porcentuales.
Las promesas de Silva de desacelerar la inflación, garantizar la autonomía del banco central y revertir políticas fiscales que derivaron en una reducción de la calificación soberana apuntan a un público diferente: los seguidores del senador Aécio Neves, que atrae sobre todo a los brasileños que tienen mayor prosperidad.