Las últimas semanas vieron a una parte de las autoridades gubernamentales, y a sectores del empresariado dominicano, empeñarse en el proceso de definición y selección de nuestra “marca-país”.
Se hicieron concursos, se trabajó en una serie de conceptualizaciones y en la escogencia de un logo nacional representativo. Con la llamada marca-país se procura, entre otras cosas, la proyección e identificación del país a nivel internacional a los fines de promover condiciones económicas, turísticas, inversiones, seguridad jurídica, etc.
Aunque en torno a su debate se destacaron aspectos relativos a cualidades del dominicano, como por ejemplo, la simpatía y la hospitalidad, somos del criterio de que se debió, y se debe, trabajar y motivar lo relativo al interés por la construcción de una sociedad que entiende y desea encontrar en los rasgos éticos de sus hombres y mujeres una de las condiciones fundamentales de su identidad.
Ningún extranjero que quiere visitar o invertir en la República Dominicana es tan ingenuo ni tan desinformado para creer que viene a un paraíso moral; pero es obvio que sentiría una mayor confianza si se entera de que viene a un país con una Procuraduría General de la República y un Ministerio Público independientes, que combaten el narcotráfico, la impunidad y buscan poner la casa en orden.
El concepto marca-país, y el fenómeno que representa, no pueden ser vistos como algo estático, sino como algo dinámico y en construcción.
Su definición y su construcción son de una importancia extrema. Su interés no puede descansar sólo en lo económico, y para que arroje buenos y duraderos resultados debe cimentarse en factores reales.
Para que lo ético sea parte importante de nuestra marca-país, se requiere un trabajo persistente, tenaz, sincero, se requiere de disposiciones fundamentales. Para avanzar en nuestra marca-país en el orden ético, hay que trabajar desde el hogar, desde la escuela y desde el Estado.
Soy partidario de salarios y sueldos justos para los empleados y trabajadores. No porque crea que donde se paga bien no hay o no pueda haber corrupción (hay personas que pese a recibir un salario bajo no son corruptos), sino porque pocas cosas producen más disgustos y se convierten en mala consejera que tener conciencia de que se nos paga mal e injustamente, cuando hay otros que trabajan poco, o no trabajan, y perciben sueldos de lujo.
Muchas de las características de nuestra nación nos permiten ser depositarios de una buena marca-país, como por ejemplo, nuestro cosmopolitismo, nuestra expresividad y bondad natural, nuestra alegría, las playas, las montañas y ríos, nuestras danzas, el estar en el mismo “trayecto del sol” y la condición de tener una de las mujeres más hermosas del mundo, producto de nuestra particular hibridez étnica.
Creo, sin embargo, que el país y sus autoridades tienen un desafío impostergable, y es el de emplearse a fondo para que la ética y la moral pasen a ser factores esenciales de nuestra marca-país.
Etiquetas
Celedonio Jiménez
Dr. en Sociología. Escritor. Profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana desde el año 2009.