Los precristianos en Palestina decían: “el hombre hace planes y Dios ríe”. Del mismo Levante viene la advertencia semita: “ten cuidado con qué sueñas, podría hacerse realidad”.

La situación política acusa un preocupante derrotero. Indignados por la suspensión de las elecciones municipales, centenares de manifestantes llevan días exigiendo la renuncia de la JCE. Eso empeoraría el tollo.

Se percibe en muchas instancias cierto temor difuso. Como si investigar pudiera develar horrores imposibles. Si pese a todos sus defectos, con más de medio siglo funcionando, nuestra democracia no es capaz de aguantar el leve peso de la Ley, entonces preparémonos para el pesado yugo de peores desórdenes e impunidad.

ndependientemente de preferencias políticas y partidarias, los dominicanos honestos, trabajadores, ajenos a las bajezas políticas, aspiran al imperio de la Ley. El liderazgo social, empresarial, gremial y religioso está obligado a meter en cintura a ciertos políticos fulleros y revoltosos que en su obcecado afán predatorio amenazan con matar al ganso ponedor de huevos de oro. La más dura mano es la Ley.