
Por: Luis Vergés
Hombres dominicanos. Queridos hermanos. Quisiera saludar y abrazar la condición masculina que por naturaleza y cultura somos portadores. Aspiro que tengamos cada vez más la suficiente hombría para enfrentar los retos que tenemos por delante y, para tales fines te hago las siguientes peticiones:
•Deplora el comportamiento criminal de quienes quieren tener a las mujeres como juguetitos sexuales, allanando sus cuerpos como crueles depredadores, apandillados en grupos de cobardes que actúan como hordas salvajes.
• Hazle saber de alguna forma a estos hombres que no te pareces a ellos, ni mucho menos ellos son tan hombres como nosotros, porque para serlo hay que llevar encendida la antorcha de la dignidad en las manos.
• Informa de alguna forma que no estás de acuerdo con sus actitudes y comportamientos. Usa los mismos canales públicos que ahora se emplean con morbo para sepultar moralmente a las mujeres víctimas de todas formas de violencia, para reafirmar tu compromiso de una masculinidad que inspire confianza y aporte seguridad.
• Conquista a otros hombres para que pronto seamos el cien por ciento de los hombres del país los que entendamos que nuestras inadecuaciones personales no se superan poniendo a sufrir a las mujeres.
• Mantente alerta cuando veas cualquier señal de que alguien, en nombre de considerarse hombre, se intente o quiera dar el permiso de dañar a una mujer.
• Anima con tu ejemplo a las mujeres para que confíen en ti y, sobre todo, que estás dispuesto a protegerlas ante cualquier forma de violencia que puedan recibir de aquellos que llevan sobre sus hombros el oprobio de la maldad.
• Nunca confundas la violencia y el daño hacia las mujeres con una enfermedad; las patologías son gobernadas por síntomas que las personas no eligen. La violencia la deciden voluntariamente aquellos que piensan que arruinando las vidas de las mujeres mejoran la propia, para luego descubrir que viven un mundo interior vacío y cobarde, que intentarán llenar con una falsa sensación de poder y control sobre los cuerpos de las mujeres.
• Hazle saber a todo aquel que tan siquiera piense en dañar a otras mujeres, que serás tu junto con nosotros los que estaremos atentos para impedirlo.
• Ábrele los brazos a todos los hombres que deseen vivir su masculinidad de forma digna. Comparte mensajes con amigos, hermanos, vecinos o compañeros de trabajo sobre tus planes de ser un guardián permanente para que el espacio público y privado de las mujeres sean lugares de libertad y felicidad para ellas. Esos seres tan especiales que representan algo más que la mitad de la población mundial y, son las madres de la otra mitad, son la esencia en función del trato que reciben que pone a prueba la diferencia entre un verdadero hombre de uno que no lo es.