Las personas con buena salud emocional regularmente disfrutan de buena salud corporal. La combinación de pensamientos positivos y comportamientos responsables para consigo mismo son claves.
Saber lidiar con el estrés y los problemas cotidianos son una parte de la vida, de ahí la importancia de encontrar maneras saludables de sobrellevarlos.
Una persona que trabaja y vive en un ambiente con estrés crónico y/o emociones difíciles como tristeza, ansiedad, miedo y/o enojo puede desarrollar problemas diversos de salud. El organismo tiene sus propios sistemas para alertarnos.
Dolores de cabeza, mareos, agotamiento, náuseas son algunos malestares pueden servir como alertas para introducir cambios de rutinas que faciliten el manejo del estrés y la prevención de enfermedades crónicas tales como presión arterial alta, úlcera de estómago, entre otras.
Si bien manejar las emociones difíciles y el estrés puede ser muy retador, es una tarea alcanzable. La mejor manera de lograrlo es trabajando las emociones cuando se presentan y siendo resilientes.
En primer lugar, reconocer las emociones sin juzgarlas; identificar por qué surgen para ayudar a prevenir y/o controlar la magnitud de sus repercusiones. Las emociones no son buenas ni malas,todo depende de la reacción o manejo que le demos.
Por ejemplo, para muchos el miedo es una emoción mala. Sin embargo, ante un perro rabioso, ese miedo puede ser un alerta para correr y evitar una mordida. En ese momento, el miedo ayudó a la persona a evitar un daño mayor. Sin embargo, el miedo también puede paralizar a la persona y no permitirle avanzar.
Cada persona puede trabajar sus respuestas y reacciones ante cada emoción como parte de un reentrenamiento emocional. Empieza hoy.