Malestar en la sociedad y en la familia

Malestar en la sociedad y en la familia

Malestar en la sociedad  y en la familia

Celedonio Jiménez

En la actualidad social dominicana la importancia de la familia no resiste ninguna duda. Lo que pasa hoy en la sociedad tiene que ver con lo que ocurre en nuestras familias.

Pero también lo inverso: lo que pasa en nuestros núcleos familiares incide en la determinación de nuestro actual carácter social. En una palabra, el malestar de la familia es el de la sociedad.

La relación sociedad-familia es de mutua influencia: la violencia que abunda en nuestra sociedad permea a nuestros grupos familiares, al tiempo que la familia como primera instancia de observación, aprendizaje y ejecución de la violencia, aporta a la sociedad individuos que replican en ella actos violentos.

La familia nuclear o extensa en la República Dominicana es un espacio en que la violencia opera siguiendo la lógica en cadena, de que el de más poder lo ejerce sobre el que tiene menos.

Se trata de un uso inicuo del poder. Al interior de la familia se da el conflicto de género masculino-femenino y se da el generacional padres-hijos.

La violencia intrafamiliar suele ser física, pero no únicamente física. Puede ser moral, económica, psicológica, etc. Así, por ejemplo, podemos decir que el abuso sobre niños, niñas y adolescentes se puede producir sin tocarlos.

El feminicidio “íntimo” es una cruel manifestación de la violencia intrafamiliar causante de daños irreparables sobre niños y niñas que suelen quedar en indefensión y traumados por sufrir la muerte de su madre por parte de su padre. Al interior de la familia padecemos otras manifestaciones de violencia, como las riñas y los insultos, y los lamentables enfrentamientos entre las personas pertenecientes a generaciones distintas.

Hoy estos enfrentamientos suelen alcanzar grandes magnitudes, al punto de poder decir que el mundo en que viven padres e hijos tiene diferencias bien delimitadas. Diferencias que se ahondan, entre otras cosas, por el uso masivo y activo de las generaciones jóvenes de los medios masivos de comunicación instantánea y de las redes sociales.

No lo dudemos, en buena medida el malestar de nuestra sociedad es el malestar de nuestra familia. Por ello es necesario que el Estado, que es una institución con grandes recursos y controles, garantice, en diversos órdenes, la protección real de la institución familiar.

Para mejorarla desechemos el uso de la fuerza y del poder que se impone. Incrementemos el ejercicio del diálogo y la racionalidad en su interior.

En la familia hay que aprender y enseñar a negociar las diferencias para el logro de soluciones armoniosas. Reconozcamos y valoremos el papel de la familia dentro de nuestra realidad, y la necesidad de que padres y madres luchen unidos, hasta el último aliento, por la mejor conducción de los hijos.



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