
SANTO DOMINGO.– Seguro escuchó en algún momento que los organizadores de muchas movilizaciones se ven obligados a darle algo para “el transporte y la comida” a los manifestantes. Algún que otro caso, incluso, aparece reseñado en la prensa.
En la época en la que Luis Carvajal fue joven, en los años posteriores a la dictadura, la guerra y el balaguerismo, sumarse a una marcha era cosa simple y bastaba encontrarla de frente para participar.
“Era una época en la cual los muchachos tenían una curiosidad y un nivel de madurez diferente. Ser joven era casi un delito. Era muy seguro andar con una botella de ron y muy inseguro andar con un libro de bajo del brazo”.
Esa práctica no era solo de Luis. Confiesa que en grupo, acostumbraron a mojarse la boca con el etílico y
evitaban andar con libros pues ser estudiante, era equiparado a ser delincuente.

Las complejidades de un sistema que tenía sus propios odios y retos, no impidió su vinculación con los clubes, las artes marciales y la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), lugar donde obtuvo una beca que lo llevó a estudiar en Rusia, Ucrania, Polonia y Bulgaria.
Cuando regresó al país en 1981, lo hizo con un título en fisiología y bioquímica de plantas, una maestría en fisiogenética.
El vampiro vegetal
“Casi de inmediato concursé en la Escuela de Biología y luego en la de Ingeniería Agronómica. Desde que entré me dediqué de manera muy intensa, no solo a la docencia, sino también a la investigación”, recuerda.
Apenas unos meses después de su llegada, participó en su primera actividad ecológica. “El doctor Antonio Thomén había convocado una actividad alrededor de un proyecto de siembra masiva de eucalipto en la cordillera central. Recuerdo un afiche que decía ‘Eucalipto, vampiro vegetal’.
Fui a esa actividad y tomé un turno para decir que nosotros no le podíamos llamar vampiro a una planta. El eucalipto no tenía la culpa del uso que se le pudiera dar”.
Ese fue su primer debate público, y también el inicio de amistades duraderas. “Discutí con dos personas
que son para mí más que hermanos: el doctor Thomen y Domingo Abreu. Hicimos un engrampe rápido”. Poco después, junto a ellos y otros colegas, empezaron a articular la creación de la Comisión Ambiental de la UASD. “Primero existía un esfuerzo ambiental, luego, empujamos la creación de la comisión, que se oficializó con una resolución del Consejo Universitario el 5 de junio de 1984”, relata.
Ese mismo día, redactó el que sería su primer documento público: un rechazo técnico y científico a la importación de basura al país. “Yo creo que eso marcó el nacimiento del esfuerzo ambiental, pero también el hecho de que responder técnicamente y desde la ciencia a los problemas era una vía legítima para abordarlos”.
El movimiento ambiental dominicano crecía, pero no sin contradicciones. “Aquí se creó una federación dominicana de asociaciones ecológicas que reunía a múltiples entidades.
Otra modalidad
La posición crítica de Carvajal y su grupo provocó con secuencias: “En una asamblea fuimos expulsados de la Federación Dominicana de Asociaciones Ecológicas.
Pero ese episodio, lejos de desanimarlo, definió el camino. “Nos dimos cuenta de que lo más importante no era promover organizaciones ambientales, sino lograr que el movimiento social asumiera los compromisos ambientales. Era ecologizar el movimiento social. En vez de crear un grupo ambiental
en un barrio, era más importante que una junta de vecinos, una asociación de amas de casa o un club in
corporara lo ambiental”.
Esa visión marcó el carácter de la Comisión Ambiental de la UASD y del posterior Equipo Ambiental de la Academia de Ciencias, del cual fue uno de los impulsores.
El equipo ambiental “Ese equipo fue de alguna manera una iniciativa mía. Se la sugerimos
al doctor Mario Bonetti en un momento de conflictos internos en la universidad. Se creó el equipo ambiental, que se ha convertido en una de las grandes fortalezas del país, no solo por la serie
dad y el peso científico, sino por la constancia y la coherencia en el manejo de los temas”.
Desde entonces, Luis Carvajal ha sido una voz en la defensa de los recursos naturales, las áreas
protegidas y la planificación territorial.
Su discurso combina la pasión del activista con la precisión del científico.
Su trayectoria —que comenzó con un niño curioso que estudiaba lagartos en Villamaría y se consolidó en los laboratorios de Jarkov, Ucrania— hoy se traduce en una vida entera dedicada a enseñar que la ciencia tiene rostro humano y que proteger la naturaleza es también proteger la dignidad del país “Yo creo que lo más importante fue entender que la defensa del ambiente no es un tema de moda, sino una forma de
asumir la justicia. Que la naturaleza es parte de la sociedad y que si la dejamos morir, morimos con
ella”, dice con su tono pausado, pero con la convicción de quien lleva más de cuatro décadas sembrando conciencia.
Personaje
Nombre:
Luis Carvajal
Edad: 71 años
Data 1:
Es académico de varias
materias en la UASD
labor que combina
con la realizaciòn de
estudios cientìficos
sobre el ambiente.
Algo más
Generación
Luis Carvajal ve que la próxima generación de ambientalistas superará la primera. Entiende
que la suya, hizo lo necesario para preservar el interés colectivo de los dominicanos.