En República Dominicana se ha hecho una costumbre iniciar y mantener disputas y crisis abiertas en los momentos más inoportunos, pero parece que algunos disfrutan mantener el ambiente encendido, sin importar las consecuencias negativas que genere.

Desde que el actual presidente del Comité Olímpico Dominicano, Colin Acosta, tomó las riendas de ese organismo, tras la dimisión de Luisín Mejía, hay sectores a lo interno que no esconden ni disimulan su oposición a medidas que se adoptan, aunque de frente lo aplaudan.
Esa oposición se produce a la franca, siempre bajo el manto de que se busca lo mejor para «los intereses del deporte aficionado».

Esas contradicciones en el seno del Comité Olímpico se inflan y “enchinchan” en la creencia de que Acosta no cuenta con una base sólida de sustento en el seno del organismo.
Y como no es un secreto que buscará seguir en la presidencia, por lo menos otro periodo tras finalizar el actual de dos años, la meta es debilitarlo al máximo para que dé paso a otros con viejas aspiraciones por esa posición.

Es una lástima que esa lucha interna, muy poco transparente desde todos los frentes, se produzca en momentos en que el deporte debe estar centrado, de pies a cabeza, en objetivos de primer nivel en el plano internacional.

Pero como dice un conocido refrán: «cuando las hormigas se quieren perder alas les quieren nacer», y es precisamente eso lo que le podría pasar a muchos, que en vez de aportar y rescatar a sus compañeras heridas, atizan el fuego para que se consuma toda la colonia.

Si el deporte a ese nivel no logra mayor compenetración dirigencial, lo mejor sería que dejen eso y se marchen para sus casas, aunque parece que el «sacrificio” que hacen no es tal, porque nadie quiere dejarlo, por el contrario.