República Dominicana ha recibido reconocimientos internacionales por su manejo de la pandemia del Covid-19, de la crisis inflacionaria poscovid y hasta de la escasez de materia prima alimentaria generada por la guerra en Ucrania.
Esos reconocimientos vienen bien porque indican que se han tomado las medidas correctas y que como país se ha logrado mitigar parte de los efectos negativos de esos fenómenos.
Pero hay un reconocimiento que tiene un notable impacto interno, pero que se diluye en la cotidianidad: la lucha contra el narcotráfico.
Agencias internacionales de Estados Unidos y países europeos han reconocido el éxito de sus pares locales en la tarea de detener estructuras criminales transnacionales y la incautación de grandes cargamentos de drogas, especialmente de Suramérica.
Los países logran mayores éxitos cuando se logra interrumpir la cadena de complicidades o deja de ser estructural.
A las actuales autoridades antinarcóticos de República Dominicana se les reconoce ser exitosa en la detención de cargamentos, en el desmantelamiento de complejas redes y la caída de capos.
¿Quiere eso decir que los narcotraficantes dejarán de intentar usar nuestro territorio para mover sus cargamentos ilícitos?
No, porque de seguro buscarán nuevos mecanismos para tratar de eludir la persecución o comprando nuevas complicidades.
El narcotráfico no da tregua, pero reconforta que organismos internacionales reconozcan el trabajo de las autoridades nacionales.