Los venezolanos, de manera abrumadora, decidieron en las urnas que Nicolás Maduro ya no fuera su presidente a partir de enero de 2019. En el último proceso electoral en el que hubo competencia fue elegida una Asamblea Nacional, en el que ese mensaje del pueblo venezolano quedaba bastante claro.

El pueblo venezolano se pronunció de manera legítima y contundente sobre cuál es su voluntad, la cual luego fue desconocida por el dictador Nicolás Maduro, quien desconoció abiertamente las facultades de la Asamblea Nacional.

Luego se hizo un proceso electoral para sí mismo, organizado por sus cómplices, pero rechazado también de manera abrumadora por la población que no le siguió el juego y por lo tanto tuvo que conformarse con un puñado de votos contados por su misma gente, en unas elecciones sin competencia ni supervisión imparcial.

El señor Maduro usurpa unas funciones que no les corresponden y que no les fueron asignadas por el pueblo venezolano, por lo que ahora se constituye en una dictadura sustentada en el respaldo de una cuestionada cúpula militar.

Apoyar la permanencia ilegítima de Maduro en el poder es el verdadero desconocimiento del principio de autodeterminación de los pueblos, pues los venezolanos decidieron de manera abrumadora que ya no querían a ese señor como Presidente.

La comunidad internacional, que ha decidido apoyar la sucesión del poder conforme a lo establecido en la Constitución de Venezuela, se ha puesto del lado de la autodeterminación de los venezolanos, un principio al que los dominicanos estamos aferrados y que incluso consignamos en nuestra Constitución.

Los venezolanos determinaron que Maduro ya no es su Presidente.

Toca ahora que el Presidente interino, que ocupa esa posición conforme a la Constitución de Venezuela, asuma sus funciones a plenitud y convoque a elecciones libres, competitivas y transparentes, para que los venezolanos elijan a su nuevo Presidente.