Ayer, víspera de la fecha anunciada por el gobierno para iniciar los aumentos en las tarifas de peaje, hubo una reunión entre algunos transportistas y el director del Instituto Nacional de Transporte y Tránsito Terrestre, con una decisión que ojalá sea honrada.
De acuerdo con lo informado al final del encuentro, serán exploradas fórmulas que eviten el traspaso de los aumentos en peajes a los usuarios del transporte, particularmente el interurbano, al que se supone el único que puede ser afectado por estos incrementos.
¿Qué tanto puede afectar las ganancias de un transportista que viaje de Santo Domingo a San francisco de Macorís un incremento de 200 pesos, si fuera el caso, por la estación de peajes de Pedro Brand?
No lo sabemos, pero suponemos que hicieron al conocer la disposición del gobierno, una operación de aritmética para cargarles el incremento a sus pasajeros.
Y también suponemos que un autobús con 60 personas tendría que aumentar tres pesos a la tarifa del transporte, para no ser excesivos, y los otros 20 pesos podrían ser absorbidos por el prestador del servicio.
En realidad, cuando finalmente hagan el aumento —porque esto es probable—, la del peaje no será otra cosa que una excusa, porque esto es poco, muy poco tal vez, como para traspasarlo a los usuarios.