Los tres temores de 2019

Los tres temores de 2019

Los tres temores de 2019

Frederich E Berges

Siendo este nuestro primer escrito de 2019, nos gustaría que el título del mismo fuese en referencia a un espectáculo cómico de similar título, y no una breve recopilación de las preocupaciones expresadas en diversas reuniones entre amigos durante unas recién concluidas vacaciones de fin de año. Los temores expresados se pueden resumir en: la creciente deuda externa e interna; la inseguridad que nos rodea; las constantes amenazas sobre la identidad nacional.

El aumento de los niveles de deudas del país obedece a la falta de voluntad para hacer cumplir la Estrategia Nacional de Desarrollo y la propia racionalidad económica al rehuirse emprender una reforma fiscal capaz de restaurarle a la nación un sano equilibrio financiero. Y conste, la renuencia no es necesariamente por la conveniencia de aumentar los ingresos fiscales, sino por su racionalización junto a una reingeniería del Estado capaz de eliminar duplicidades, regalías políticas llamadas botellas, niveles de compensación exagerados, fraccionamiento político con fines partidarios y de reparto de la cosa pública, entre muchos otros dispendios.

La inseguridad, que nace de la falta de régimen de consecuencias y de malos ejemplos que se dejan impugnes, no solo se manifiesta en asaltos, violaciones, feminicidios y atentados a la vida, sino también en el ampliamente propagado irrespeto ciudadano, que se evidencia desde el apoderamiento de calles y aceras, hasta en el caos del tránsito.

Y finalmente, las constantes amenazas sobre la identidad nacional, que además de la inmigración ilegal descontrolada de nuestros vecinos de Haití, ocupantes de lomas, valles, pueblos y ciudades; amenazas al turismo o a la propia paz ciudadana, además incluye la pérdida de valores morales.

La cortesía y alegría de nuestros conciudadanos se van perdiendo en la medida en que se degrada nuestra calidad de vida y aumenta la pérdida de esperanzas.

Quisiera que no existieran estos temores, pero ignorarlos seria convertirnos en sus cómplices. ¡Y la peor de las preocupaciones es la falta de esperanza de que exista un liderazgo capaz de echarse la “vaina” de enderezar estos entuertos!