A propósito de la IX Cumbre de las Américas, celebrada en Los Ángeles, el presidente Luis Abinader ha dejado entrever la importancia que le atribuye al asunto migratorio y el ánimo con el que llega a esta cita de alto nivel, inaugurada ayer.
Mientras respondía preguntas de periodistas, se refirió a la situación de Haití, y si se cuidó de no hablar de soluciones, de la ruta para ayudarlo a salir del estancamiento o de la forma del acompañamiento que necesita, dejó ver lo que no quiere oír en relación con el país vecino.
“Ya que se dejen de tanto discurso, que se dejen de tantas opiniones, ya han hecho demasiados talleres; ellos lo que tienen es que accionar con relación a Haití”, dijo el mandatario a la prensa.
Parece razonable. Quienes se reúnen formalmente desde ayer en Los Ángeles, Estados Unidos, son una consistente mayoría continental con la calidad para designar un equipo técnico de alto nivel, crear un fondo de las Américas y poner manos a la obra.
Haití tiene una extensa frontera terrestre con República Dominicana y esto podría ser aprovechado para replicar, tantas veces como sea necesaria, la experiencia de Codevi, una iniciativa económica establecida entre Dajabón y Juana Méndez que aporta puestos de trabajo para los habitantes de ambas poblaciones bajo las condiciones de una zona franca especial.
¿Y cómo ha sido posible esta experiencia? Los incentivos de exportaciones creados por los programas Hope y Help, de los Estados Unidos, han tenido mucho que ver, una muestra de que es posible la cooperación con Haití sin la necesidad de enviar a burócratas extranjeros, sin sustituir sus instituciones con cuerpos extraños y con la participación de sus habitantes.
Como ha sugerido el presidente Abinader a los periodistas, si los seminarios fueran útiles, Haití estaría en una posición envidiable.