¡Cuántas veces hemos escuchado la frase que hoy sirve de título para este espacio! La dicen mayormente los políticos, sabiendo que mienten, porque solo esperan la primera oportunidad para negociar prebendas, votos, concesiones, posiciones de mando y todo lo que tenga que ver con la cosa pública.
Pero no son solamente los políticos quienes quebrantan las reglas establecidas. También los negociantes faltos de ética, los estudiantes que hacen trampas en los exámenes, los profesionales que únicamente buscan el lucro, los militares y policías corruptos, los ciudadanos indiferentes ante los abusos de poder y los cómplices por acción u omisión- de las estafas y engaños de que somos testigos día tras día.
El mal está en la falta de respeto a los valores éticos que deben adornar a la sociedad. Valores descuidados en la escuela, en el hogar, en los centros de trabajo.
Hace falta un relanzamiento nacional de valores y principios, desde las escuelas primarias hasta las universidades, así como también a lo interno de las empresas privadas y en el seno de los hogares ricos y pobres. Pero mientras ese milagro se produce, cada uno de nosotros, individualmente, puede hacer su aporte para el rescate moral de este pueblo, rechazando las ofertas corruptas que se nos hagan y propiciando la virtud y la moral. Intentarlo no cuesta nada y puede rendir mucho.