En cualquier esquina se observa a los policías que detienen a conductores y les piden los documentos, como si realmente fueran miembros de la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet).
Inclusive, es común también que algunos de los agentes cometan el atrevimiento de requisar el interior de los vehículos sin ninguna autorización de un juez y sin la presencia de fiscales.
Esto ocurre porque los conductores requisados parecen no conocer sus derechos y los dictámenes de las leyes.
Muchas personas temen que los agentes pudieran colocar algo “comprometedor”, porque no cuentan con la facultad legal para detener a ninguna persona que transite libremente por las calles sin cometer un hecho, además de la desconfianza que hay en la ciudadanía.