Santo Domingo.-Hoy, 12 de enero, el pueblo dominicano recuerda el ejemplo imperecedero de valor y sacrificio revolucionario de “Los Palmeros” al conmemorarse el 45 aniversario de su caída en combate, ocurrida en el año 1972.
Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Ulises Cerón Polanco y Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), resistieron con valentía los gobiernos de Balaguer, una de las etapas más terribles de terror vivida por los dominicanos.
Amaury, nació el 13 de abril de 1947 en Padre Las Casas y desde niño expresó rebeldía frente a las injusticias, por lo que un día arrancó de su casa el letrero que rezaba en esta casa el Jefe es Trujillo, que la dictadura obligaba a colocar en cada casa, tirándolo en un retrete.
Con apenas 18 años, al estallar la Guerra de Abril en 1965 no vaciló, se puso unas botas y unos jean y se integró activamente en la contienda bélica, siendo parte de la dirección del comando constitucionalista de la organización junto a Amín Abel, Orlando Mazara y otros. Participó en el asalto al Palacio Nacional, recibiendo un balazo en un glúteo al lanzarse a rescatar el cadáver de Euclides Morillo. Fue operado, pero se reintegro a su comando dos semanas después.
Posterior a la Guerra de Abril, en 1976, Amaury viajó a Cuba para participar en la reunión de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), que eligió como su presidente a Ernesto -Che- Guevara y a él (Amaury) como presidente.
Contactó al Coronel Caamaño, con quien se comprometió a formar lo que luego se conoció como ”Comandos de la Resistencia”, para organizar la resistencia urbana que respaldaría el desembarco guerrillero que ya preparaba Caamaño junto a un grupo en Cuba.
Amaury tuvo que desarrollar las actividades organizativas y preparativas de la resistencia urbana favorable al desembarco de Caamaño y su contingente guerrillero en medio de una situación de represión terrible, a pesar de que era tenazmente perseguido, de que fue apresado y enviado a la cárcel de La Victoria, continuó adelante con planes conspirativos y volvió a Cuba a hacer nuevos contactos con el Coronel de Abril y a recibir entrenamientos militares.
La represión se recrudeció en 1971 tras el asalto a una sucursal del banco The Royal Bank of Canada, acción que la Policía Nacional atribuyó a Amaury y otros revolucionarios, intensificando el asedio, la persecución y la represión.
Al arreciar la persecución y que la vida de Amaury corría peligro, le pidieron que se entregara, a lo que respondió con una carta donde le decía que no se podía confiar en un régimen que asesinaba, detenía, desaparecía y desterraba a todo aquel que no comulgara con sus ideas dictatoriales.
”Le haremos entender que no es lo mismo asesinar a jóvenes indefensos que enfrentar a revolucionarios armados”, dice Amaury en su carta, reflejando con su respuesta que tenía la decisión de luchar siempre hasta vencer o morir en el intento de construir una sociedad justa.
El enfrentamiento
La casa que servía de refugio a Amaury, Ulises Cerón Polanco, Virgilio Perdomo Pérez, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), en el kilómetro 14½ de la Autopista de las Américas en Santo Domingo fue ubicada y un contingente policíaco-militar que le tendió un cerco junto a sus compañeros
A las seis de la mañana del 12 de enero de 1972 fue atacada la casa en que se encontraban, cayendo inmediatamente Ulises y La Chuta en ese primer combate con las fuerzas policiales y militares.
Entonces Amaury y Cerón Polanco se abrieron paso y se refugiaron en una cueva en las proximidades, resistieron desde allí por más de diez horas a miles de guardias y policías dirigidos directamente por el entonces jefe de la Policía Nacional, el General Neit Nivar Seijas, y el General Ramón Emilio Jiménez, Contralmirante de la Marina de Guerra.
Fue preciso a utilizar artillería pesada, bazookas, y solo tras casi doce horas de combates y asistidos por helicópteros artillados y dos aviones de la armada norteamericana ubicada en Puerto Rico, doblegaron la resistencia, siendo Amaury el último en caer.
Aunque el informe policial dio cuenta de 8 policías y militares, incluyendo dos oficiales, murieron en el combate y 20 resultaron heridos, aunque hay quienes piensan que la cifra fue mayor.
Los cadáveres de los cuatro jóvenes, de acuerdo con El Nacional del 14 de enero, fueron acuchillados por los militares después que cayeron sin vidas y presentaban golpeaduras y quemaduras.
Sus familiares denunciaron que las autoridades se ensañaron contra sus cadáveres y los masacraron aunque ya estaban muertos, para hacerle a los cuerpos lo que no se atrevieron a hacerle cuando estaban vivos. A todos trataron de cortarle las cabezas, de acuerdo a las señales que presentaban en el cuello, que habían sido seccionados casi totalmente.