Washington.- Los países de la Organización de Estados Americanos (OEA) evalúan si aplican la Carta Democrática a Venezuela y de qué manera lo hacen después de que Caracas fracasara en su intento de evitar este debate.
La sesión extraordinaria de este jueves en la sede de la OEA en Washington no fue concluyente pero sí significativa- Venezuela perdió por primera vez en años una votación clave en la única organización que reúne a todos los países americanos, salvo a Cuba.
La Carta es un instrumento muy sensible porque, incluso sin llegar a la suspensión del país de la OEA, su sola invocación supone someter el estado de la democracia en una nación al escrutinio del resto.
Además, esta es la primera vez que un secretario general de la OEA recurre a este instrumento jurídico contra la voluntad del Gobierno del Estado y afirma, argumentándolo en un crítico informe de 132 páginas, que en ese país existe una “alteración del orden constitucional que afecta gravemente al orden democrático».
Por eso, Venezuela denuncia este paso del titular de la OEA, Luis Almagro, como un “golpe de Estado a la organización y al Gobierno legítimo de Nicolás Maduro” y promete batalla- pide su renuncia, promoverá una sesión para evaluar su gestión y se reserva acciones legales.
La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, viajó esta semana dos veces a Washington para participar en las dos sesiones de la OEA sobre su país, pero fracasó en su intento por impedir a toda costa que Almagro sometiera su informe a la evaluación de los otros 33 países miembros.
Visiblemente molesta, la diplomática lanzó una dura recriminación a los 20 Estados que apoyaron celebrar la sesión de la Carta Democrática, invocada por Almagro a petición de la oposición venezolana.
“Yo pregunto a los Estados miembros, ¿no entienden lo peligroso de lo que aquí se adelanta? Les hemos dado beligerancia en esta organización a las oposiciones políticas de nuestros Gobiernos”, dijo.
La canciller hizo estas declaraciones en el mismo edificio donde el presidente de la Asamblea Nacional de su país, Henry Ramos Allup, y una delegación de la mayoría parlamentaria opositora se habían reunido poco antes con Almagro y con la prensa para reafirmar su petición de que la OEA aplique la Carta.
“La gran derrota de la diplomacia venezolana es que no querían que se considerara el caso Venezuela, trataron de disimular la existencia de una crisis y no pudieron, porque la crisis existe”, afirmó Ramos Allup.
El debate de la Carta quedó abierto sin nueva fecha en la agenda, lo que da a los Estados y a Almagro espacio para “establecer contactos, buscar propuestas y decidir quién llama a la siguiente sesión”, explicaron a Efe varias fuentes diplomáticas.
“Venezuela fracasó en su esfuerzo por bloquear la sesión, pero el apoyo al enfoque más enérgico de Almagro parece bastante débil.
Desafortunadamente, quizás solo una tragedia más allá de lo que ha pasado hasta ahora en Venezuela fuerce a los Gobiernos miembros a actuar de manera más enérgica”, dijo a Efe Michael Shifter, presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano.
“Que una mayoría de países votara avanzar con la discusión fue una fuerte derrota para Venezuela. La puerta quedó abierta para que la OEA evalúe cuáles son los resultados concretos que Venezuela puede mostrar en relación con sus obligaciones en materia de derechos humanos y democracia”, manifestó a Efe José Miguel Vivanco, director para América de Human Rights Watch (HRW). “Sin esos resultados, la OEA tiene la posibilidad de avanzar en el marco del proceso previsto en la Carta Democrática”, agregó.
Una de las propuestas que cobra fuerza es “el grupo de amigos de la OEA” que propuso Argentina y apoya Almagro, una vía para acompañar la iniciativa de diálogo en Venezuela que lideran tres expresidentes con el auspicio de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Almagro quiere ampliar ese grupo con otros expresidentes que tienen más aceptación entre la oposición venezolana y sumar a la OEA, algo en lo que coincidió esta semana el diputado opositor Williams Dávila en una entrevista con Efe.
Cualquier resolución o propuesta deberá votarse en el Consejo Permanente, donde serán necesarios 18 votos de los 34 embajadores para que la iniciativa salga adelante.
Esa es la primera fase de la Carta, la mediación diplomática, pero el proceso gradual también contempla una reunión de cancilleres en la que con 24 votos se podría suspender a Venezuela del organismo.
Las matemáticas diplomáticas indican que no hay apoyos para llegar tan lejos pero quizás sí para que salga adelante una misión de la OEA, un paso importante que, sin embargo, sería imposible de llevar a la práctica si el Gobierno venezolano sigue enrocado en que solo Unasur medie en su país.