El nacionalismo aflora en los últimos días al agravarse la inestabilidad en Haití. Muchos aplauden las restricciones contra los migrantes ilegales, situación que tarde o temprano tenía que producirse, ya que la situación haitiana se ha tornado un peligro para el país y para la región, como bien advierte el presidente Luis Abinader.
Sin embargo, las autoridades deben cuidar que no ocurran desmanes contra los extranjeros, sin importar el status legal. Se escuchan voces de ahora nacionalistas con amenazas que solo sirven para echarle fuego al conflicto, ya agudizado por la funesta realidad que viven los haitianos en su propia tierra.
El excanciller Miguel Vargas ha sido claro en su visión sobre el problema, al apelar al diálogo entre los dominicanos y los haitianos para que retorne la convivencia y el respeto. El Gobierno, de su parte, es el principal guardián del ambiente de igualdad.
El emisario
Para esta semana se espera la llegada de Daniel Supplice como enviado especial por el primer ministro Ariel Henry, con el fin de reanudar el diálogo entre Haití y República Dominicana, que ha estado matizado por las tensiones propias de lo que ocurre a lo interno de ese país.
Es, sin embargo, buena señal que las autoridades de las dos naciones mantengan el hilo de una comunicación fluida, a pesar de que ha sido reforzada la vigilancia militar por el lado dominicano.
Abinader ha sido claro y contundente sobre el resguardo de la seguridad nacional, bajo la premisa de que el agravamiento de la crisis de Haití tiene repercusiones de este lado. La mesa de trabajo entre el gobierno y los partidos viene a ser otro paso en la dirección de garantizar la unificación total en cuanto a la crisis de Haití.
