Los mercantilistas resucitan en el siglo XXI
Durante el periodo 1500-1750, la economía mercantilista trazó la pauta trascendental en el marco del desarrollo de la ciencia económica, lo cual tuvo sus mayores manifestaciones iniciales en Francia e Inglaterra. Los pensadores del mercantilismo reflexionaban que la riqueza en el mundo era fija, y estaba representada por el conjunto de metales preciosos y semipreciosos que se conservaran.
Los criterios de los pensadores denominados mercantilistas indujeron a tomar medidas orientadas a imponer prácticas proteccionistas para impedir que la riqueza lograra salir de un país. Bajo tal razonamiento, el comercio exterior, a través de una balanza comercial positiva, se convertiría en la clave para conseguir riqueza y poder.
Y es que el mercantilismo fue una práctica de naturaleza económica a través de la cual los diferentes gobiernos utilizaban sus economías para agrandar el poder estatal a expensas de los demás países. Por tales razones, los gobiernos encaminaban sus acciones a garantizar que las exportaciones fueran superior a las importaciones, al tiempo que propugnaban por la acumulación de riqueza en forma de lingotes de oro y plata.
Cabe destacar que la corriente del pensamiento mercantilista, desde la óptica económica, se fragmentó con los valores morales y religiosos que predominaron durante la Edad Media, cuyas características céntricas era el proteccionismo y la intervención estatal. Se trataba de las principales ideas de política económica que dominaba el tablero económico europeo para los siglos XVI, XVII y XVIII, cuyo objetivo primordial era que al Estado correspondía tener control absoluto del comercio y la industria, donde la intención e interés era incrementar el poder de la nación.
El pensamiento mercantilista se sintetizaba en el convencimiento de que, a mayores riquezas, es decir, mayores cantidades de oro y plata, que un Estado lograra acumular, este sería más poderoso en relación a los demás Estados. Y es que el mercantilismo se sustentaba en el principio de que la riqueza global era estática y, por tanto, a los gobiernos correspondían regular el comercio para incrementar su riqueza y su poder local, lo cual se viabilizaría mediante aplicación de aranceles para restringir a las importaciones y fomentando las exportaciones.
En la concepción mercantilista el poder y riqueza iban de las manos, al tiempo que alcanzar el crecimiento economico este debía tener un vínculo muy estrecho con el poder militar para lo cual inspiraban su justificación en el nacionalismo economico como fundamentos de sus planteamientos. Asi las cosas, la política mercantilista planteaba la exclusión de los extranjeros de la actividad comercial con las colonias apelando a la fuerza militar, doctrina esta que orientaba la actividad comercial entre dos países como un juego con resultados de suma cero.
Los argumentos del mercantilismo fueron destrozados con el surgimiento de unos pensadores franceses llamados los fisiócratas cuya primera estocada fue al sostener que “La fuente de riqueza de un país está basada en la agricultura”, esto, el beneficio del factor tierra debido a que se trata de la única fuente de la cual dependen los demás factores y proporciona los fondos para mantener a los demás entes y al Estado. Los fisiócratas se impusieron a los criterios de los mercantilistas cuando enfatizaron en que la agricultura, en materia económica, es la única actividad humana capaz de producir una riqueza nueva, es decir, que agrega un nuevo valor.
Transcurrido los siglos XIX, XX y casi tres décadas del siglo XXI, en la ciencia económica se ha tenido el firme convencimiento de que en el pensamiento económico había desaparecido con una cristiana sepultura a partir del liberalismo económico de Adam Smith. Sin embargo, en pleno siglo XXI las ideas mercantilistas han resucitados con la guerra de aranceles repartidas a escala global con los mismo criterios que le dieron origen, lo que se puede interpretar de que se asiste a una brutal involución.
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