Para muchos, me incluyo entre ellos, los dominicana han perdido en las dos últimas décadas, casi por completo, el espíritu de lucha que siempre los caracterizó en defensa de los mejores intereses.

Habrá que buscar las causas que han originado esa actitud, que lógicamente tiene sus explicaciones políticas y sicológicas.

Los pueblos no se amilanan ni se arrodillan, no callan ni se hacen cómplices, de la noche a la mañana, de tantos hechos bochornosos como los que que se han registrado en ese periodo.

Y todos, de una u otra forma, somos culpables de esa situación que se asume como la cosa más natural del mundo.
Incluso, el propio ejercicio periodístico se ha convertido en una chercha de carácter social, determinada principalmente por zalamerías, halagos, adulonerías, y hasta chupa medias.

A diario se denuncian problemas que afectan a la sociedad en general, y no los solucionan quienes tienen esa responsabilidad, ni siquiera aceptan las críticas de lugar.

Estamos en un sistema en donde quienes tienen la obligación de trabajar por el bien común, se molestan cuando se les recuerda que están ahí para hacer lo que corresponde.