Informar sobre lo que hacemos y sobre lo que acontece en nuestras sedes es quizás la función primordial de la diplomacia.
Así se enteran nuestras autoridades sobre nuestras iniciativas para defender, negociar, promover y representar al país, conforme lo dispone la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas de 1964.
Informar sobre lo que acontece puede hacerse con la frecuencia requerida por los acontecimientos reportados.
Esta semana eleccionaria en Corea ameritó un informe especial sobre la victoria del candidato opositor, quien llega al Gobierno por el más estrecho margen de la historia.
Enumerar los hechos no puede separarse del análisis, en este caso de las implicaciones locales, bilaterales y regionales de un veredicto tan polarizado, con una asamblea legislativa en manos abrumadoramente mayoritarias del actual partido de Gobierno.
Informar sobre la política y la seguridad, la economía y los negocios, la cultura y la sociedad no es cuestión de un largo oficio remitido mensualmente y destinado a engavetarse nada más llegar.
Para ser relevantes, dichos temas deben tratarse en informes separados, remitidos por lo menos quincenalmente para evitar que la información se acumule y pierda relevancia.
En política y seguridad, las fuentes primarias son las más valiosas. Contactos en el Gobierno, la oposición, la legislatura y la academia aportan lo que no encontramos en los diarios.
Conocerlos en eventos públicos y cultivarlos en almuerzos y cenas permiten expandir las redes de contactos de las embajadas, enriqueciendo el valor de la información encontrada en la prensa.
En economía y negocios las fuentes primarias de inversionistas y empresarios son también importantes.
Captar empresas, capturar mercados, cooperar en la transferencia de tecnologías – como lo requiere nuestra condición de economía pequeña y abierta – conlleva conocer empresarios de alto nivel que comparten gustosos sus opiniones.
La prensa, sin embargo, es la que ofrece el contexto para evaluar las informaciones primarias recabadas.
Si una empresa pasa por dificultades financieras, si es víctima de prácticas anticompetitivas, si desarrolla nuevas tecnologías o si está por comprar a un competidor, es en la prensa donde podemos enterarnos pues nuestros contactos no necesariamente tendrán la candidez para confiarse en esos términos.
Reportar sobre cultura y sociedad depende casi exclusivamente de las informaciones de prensa. A diferencia de los de economía y negocios, estos temas siempre pueden encontrarse en los diarios y revistas locales, facilitando su recopilación.
Ejercer la diplomacia en Corea sin dominar el coreano se facilita por la existencia de una prensa en idioma inglés de altísima calidad – reportando sin ambages sobre todo lo que acontece – resultado de décadas de lucha política, con un sistema de partidos que elige candidatos en primarias abiertas y con votantes dispuestos a defender sus libertades con sus vidas.
Quizás por ello no hay autocensura en temas políticos ni mucho menos empresariales. La cobertura transparente fortalece la democracia política alcanzada, e incentiva la construcción de un tejido empresarial más nutrido.
Pero con o sin la transparencia de la prensa local, siempre queda consultar fuentes confiables en las redes, sin las cuales ningún informe diplomático estará completo.