- Publicidad -

- Publicidad -

Los ignorantes de Vargas Llosa

Miguel Febles Por Miguel Febles
Los ignorantes de Vargas Llosa
📷 Miguel Febles

He leído con un algo de tristeza unas palabras atribuidas por la prensa internacional a Mario Vargas Llosa, hombre de quien debe de sobrar decir quien es.

Según la página en la Internet www.eluniversal.com.mx (El Universal de México), el escritor ha dicho: “Los pobres no leen porque son ignorantes”.

En cuanto a los ricos, dijo que estos no leen porque le dan poca importancia a la cultura y porque también son ignorantes.

Los ricos son una pequeña parte de las sociedades latinoamericanas. Los pobres son multitud. Pero decir —o escribir— “ricos”, no es escribir —o decir— gran cosa. Vargas Llosa debe ser rico, pero contrario a un político profesional, un deportista de cartel, un cantante de moda o a un jugador afortunado, su riqueza debe haberla sacado de la cultura como él la entiende.

Ser rico no tiene mayores implicaciones, pero si se ha alcanzado esta condición sobre la base del trabajo, la inversión, la reinversión y la dedicación a los negocios de varias generaciones familiares, con toda probabilidad nos hayamos ante una familia de riqueza tradicional y estas, aunque no suelen dedicarse a la “cultura” de Vargas Llosa, pueden llegar a meterle algo de dinero por mecenazgo o como una manera de estar presentes en instituciones de incidencia social o en las fraguas del pensamiento técnico o intelectual.

Son capitalistas, lo que no son los otros.

Si no leen ricos ni pobres, los lectores deben de estar en la clase media, pero me temo que allí tampoco se lee como quisiera el autor de “La ciudad y los perros”.

Y uno tendría que preguntarse, para hacerse cargo del fondo de las palabras del escritor, ¿qué era la clase media en los años del “Boom” latinoamericano y qué es la clase media hoy día?

En las tres décadas que contamos entre 1960 y 1990 podemos tomar una, la primera, y atribuírsela a la imaginación; otra, la segunda, y colgársela a las aspiraciones y los sueños, y la última a la decadencia o liquidación de una y la otra y, como consecuencia, al inicio de un tiempo diferente. Porque siempre ha sido así, que el mundo nunca se acaba por completo y de los remanentes surge otro.

La literatura del “Boom” es memorable porque es un producto espiritual e intelectual, el aliento de una época, una atmósfera exhalada y aspirada. Tenía que haber alguien capaz de generarla y alguien para quien fuera una necesidad. Los lectores construyeron a los escritores y estos se endiosaron hasta el ocaso.

Pero aquellos días pasaron. Ricos, pobres y clase media se han enajenado de la cultura de Vargas Llosa y ahora respiran otro aire: el de las nuevas tecnologías y andan por ahí seducidos, alucinados, por el “boom” del capitalismo post moderno.

Es difícil un desacuerdo con Vargas Llosa, pero si se hace como lo he intentado, acá entre nosotros, podemos, inclusive, concluir: la cultura como la entiende el peruano es la rabiaca del último abencerraje; gemido del último de los mohicanos; la cola del dinosaurio en el tremedal de Macondo.

Etiquetas

Artículos Relacionados

Lo sentimos, ningun texto coincide con tu Criteria.