El filósofo no creyente Federico Nietzsche dijo: “Dios ha muerto, los hombres han matado a Dios”.
Si la anterior sentencia fuera tomada textualmente estaríamos ante una expresión absurda y paradójica, porque si Dios es Dios no podría morir.
Pero más bien esa expresión es utilizada por el pensador alemán fallecido en 1900 como una metáfora para establecer las que a su juicio eran las fuentes de la moral y de los valores.
En esta entrega, y en ocasión de la Semana Santa, haremos un parangón con la frase de Nietzsche, aunque en un sentido diferente para decir qué y quiénes en nuestra realidad actual “matan” a Dios.
“Matan” a Dios los grupos élites y los gobernantes responsables de un mundo tan mal estructurado que en 2015 apenas 1 % de la población mundial acaparaba la misma proporción de riqueza mundial total que tenía el 99 % restante de la población (Oxfam).
Esta situación está ligada a la muerte cada año, de más de 2 millones 500 mil niños por causa de la desnutrición, y a la existencia de 155 millones de niños menores de 5 años que sufren desnutrición crónica (reciente informe de la FAO).
“Matan” a Dios grupos industriales, comerciales y financieros que, con su explotación ambiciosa y descontrolada de la naturaleza han provocado disturbios climáticos y graves daños ecológicos.
Los daños actuales son incontables, estimándose que podría haber 200 millones de “refugiados climáticos” para 2050.
Han “matado” a Dios los corruptos. Los que medran en un marco institucional (estructuras burocráticas pesadas, aparatos de administración de justicia inefectivos, etc.), para adueñarse de lo que no es suyo, acentuar las desigualdades sociales y castrar las inversiones en salud, educación y energía.
También lo hacen los que fomentan la guerra, la violencia, el odio, el racismo y la discriminación. “Matan” a Dios los de la “trata de blanca” y los que hacen comercio sexual de niños.
“Matan” a Dios los dirigentes religiosos que se adhieren al poder económico y político en vez de seguir el camino de Jesús, quien no tenía ni donde reclinar la cabeza.
También los sacerdotes (y sus protectores) practicantes de la pederastia.
Por igual “matan” a Dios los que no respetan el derecho de sacerdotes como Rogelio Cruz y Carlos Piantini (ambos de la misma congregación) a practicar su opción por los pobres.
Rogelio es calumniado y Piantini fue sacado hace meses de su parroquia María Auxiliadora y “enviado” a Puerto Rico por su militancia en Marcha Verde.
En fin, han “matado” a Dios los que no han actuado correctamente de manera consciente.
En esta Semana Santa, espacio por excelencia para la reflexión, pensemos con detenimiento en el sacrificio y los aportes supremos de Jesús.