La década de los setenta fue la época de oro de la canción de protesta en la que se tenía como foco ataques a los gobiernos de turno y a la práctica imperialista de Estados Unidos.
Reproducir esas canciones ahora, en la boca de sus mismos cantantes, lo pone en situación incómoda pues muchos de los promotores de esos temas de protestas hoy son grandes aliados de Estados Unidos en programas financiados a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID).
El caso de otros se han integrado a gobiernos que, como en el caso de Venezuela, son los que ahora reprimen y tienen presos políticos.
Los Guaragüao, por ejemplo, es un ícono de ese tipo de canciones y en la actualidad sus integrantes están muy comprometidos con el Gobierno de Nicolás Maduro.
Para ese grupo defender a Maduro en un concierto y luego cantar la canción “¡Que vivan los estudiantes!” debe representar un gran dilema, pues el régimen que defiende ha matado a decenas de ellos en protestas. Bien pudiera esa canción ser un himno de la oposición.
La historia se mueve en círculo, los que antes eran los oprimidos hoy son los opresores, aunque Estados Unidos es imperialista ayer, hoy y mañana, pero los intereses los hace cambiar de aliados como cambiarse de camisa.