El ministro de las Fuerzas Armadas, almirante Sigfrido Pared Pérez, confirmó el lunes lo que el país sabe de sobra: los cuerpos castrenses están minados de generales inorgánicos, que no prestan ningún servicio.

Aunque no lo dijo, también sabe que eso mismo ocurre con otros rangos, pues en las Fuerzas Armadas la pirámide está invertida y hay más oficiales que soldados, lo que a su vez crea una situación complicada en lo relativo al mando y la disciplina.

Una de las herencias que nos dejaron los tiempos de gobiernos dictatoriales es que los temas militares suelen no ser abordados públicamente y hasta se toleran excesos y prácticas corruptas.

Pero la madurez democrática obliga a que este asunto se ventile de cara al sol, pues los militares representan una fuerte carga económica para el país.

En este campo, como en muchos otros, hay grandes oportunidades de hacer recortes sin afectar las funciones para las que está llamada la institución.

Por lo tanto, esperamos que lo confirmado por Pared Pérez no se quede en una simple declaración, sino que vaya acompañada de acciones tendentes a enderezar esa anomalía y que nuestras fuerzas armadas dejen de ser un cuerpo hidrocefálico, lo que  a su vez le impide actuar con eficiencia.