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Los fines políticos de ese premio

Al saberse que a la venezolana María Corina Machado, le habían otorgado el Premio Nobel de la Paz, hasta en la Casa Blanca lo dijeron: “Pensaron más en la política que en la paz”. Y no es la primera vez que los manejadores de ese premio actúan movidos por el sectarismo y que los intereses políticos reaccionarios motivan sus decisiones. Por eso el Nobel está tan desprestigiado.

En diferentes momentos, con ese premio han sido favorecidos desde protagonistas del racismo y la matanza como varios personajes del sionismo israelí, hasta atizadores de guerras de agresión, de golpes de Estado y la guerra sucia como Henry Kissinger.

Ahora se han saltado todos los escrúpulos, para premiar a quien en vez de la paz ha promovido la polarización y el enfrentamiento en la sociedad venezolana, ha estimulado la conspiración, el golpe de Estado y la guerra civil y en el colmo del deshonor, le ha pedido a Estados Unidos que invada militarmente a Venezuela.

Se sabe que el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y los más acérrimos voceros de la contrarrevolución de Miami, cabildearon este premio, que, como en otras ocasiones, tiene sus fines políticos.

Pretenden golpear política y moralmente al Gobierno bolivariano de Venezuela, y darle lustre a una figura desteñida por las derrotas, asociada a lo más corrompido de la oposición venezolana, a los Juan Guaidó, Leopoldo López, Edmundo González y a los maleantes de las güarimbas callejeras; y quieren rodearla de un aura de grandeza que la coloque por encima de la ley, le garantice impunidad, y construirla como ficha a utilizar en cualquier crisis de poder en Venezuela.

Ya alguien con más luces que yo, me recordaba el caso de Lech Walesa, aquella criatura del imperialismo internacional y el Vaticano, que desde el movimiento político Solidaridad, fue el agente público de la conspiración que terminó por derrocar el antiguo régimen socialista en Polonia.

A Walesa le dieron el Nobel en 1983 y con el premio en las manos, le franquearon el tránsito al poder en 1990.

Por si alguien trata de reeditar la historia en Venezuela, sépase que este premio a la señora Machado no surtirá mayor efecto, mucho menos, cuando ha chocado con una amplia repulsa internacional y con la alerta de las voces del mundo progresista, que denuncian los fines políticos malsanos que se persiguen con esta desafortunada y sectaria premiación.

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Rafael Chaljub Mejía

Columnista de El Día. Dirigente político y escritor.

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