Cada día sale un maco nuevo derivado de la Ley de Partidos Políticos o de la Ley de Régimen Electoral. Ambas tenían años dando vueltas en el Congreso Nacional, pero aun así fueron aprobadas a la carrera, y a veces pareciera que fueron diseñadas con los pies. Sin lugar a dudas que en los hemiciclos tanto senadores como diputados aprobaron mantener el arrastre entre senadores y diputados, pero en el texto de la Ley Electoral se mantuvo el sistema viejo en una parte y se eliminaba en otra parte.
La Junta tenía por donde coger de la misma ley para tomar cualquier decisión y justificarla jurídicamente y así lo hizo.
Eliminó el arrastre amparado en el artículo 94 que fijaba cuatro niveles de elección, pero mantuvo el arrastre en seis provincias con circunscripciones, amparada en el artículo 104 de la misma ley, que manda a sumarle al senador todos los votos del partido a nivel congresional y al alcalde en el nivel municipal.
Diputados arrastrados
El tema del arrastre se ha enfocado en los senadores, cuando son muchos más los diputados arrastrados gracias al método D’Hondt.
Esto así porque la cantidad de diputados correspondientes a un partido lo determina la votación global de ese partido y, luego el voto preferencial indica el orden de los que son elegidos y los que quedan fuera.
Por eso hay diputados que hoy disfrutan de una curul habiendo sacado menos votos que otros candidatos, pero que no salieron porque su partido no obtuvo la cantidad de diputados como para ellos colarse.
Veremos ahora una Cámara de Diputados con legisladores de partidos que con el método anterior no hubieran podido salir.