En los procesos de las campañas electorales, municipales, congresionales y presidenciales, históricamente se realizan promesas, que de haberse materializado, tendríamos una sociedad con un mayor grado de desarrollo en todos los aspectos.

Se hacen promesas de todos los colores, con el objetivo de “engatusar” a los más tontos, que dando brinco como una especie de canguros australianos, y haciendo coro a lo que le dictan los promotores y organizadores de caravanas, creen que logran puntos a su favor.

El deporte, por ejemplo, ha sido una de las grandes víctimas de los políticos demagogos y farsantes, los cuales tenemos al por mayor y detalle en toda la geografía nacional, que se trasladan a los sectores más vulnerables prometiendo instalaciones al por mayor y detalle.

Sin embargo, cuando se instalan en sus respectivos cargos que le proporcionaron esos “creyentes de falsedades”, jamás se dejan ver por esos lares.

Aunque siempre se ha querido apartar al deporte de la actividad política, es algo imposible, dado que son los políticos los que tienen en sus manos los recursos para dar un giro a ese sector con la construcción de instalaciones y mejorar la calidad de vida de los atletas.

Hasta tanto, los deportistas no se dejen sentir con toda la fuerza que pueden generar, será un sueño lograr los objetivos deseados en ese renglón, el cual definitivamente impacta a muchos otros sectores.

Mientras las campañas electorales en nuestro país se continúen desarrollando desde el techo de un vehículo en marcha, desde donde todos los candidatos solo tiran “saluditos y besitos” a distancia, será imposible lograr una mejor sociedad, donde realmente se trabaje con seriedad en pro de la mejoría de todos.