Una de las novelas clásicas que trata sobre la Revolución Mexicana de principios del siglo XX fue escrita por Mariano Arzuela en 1916, con el título “Los de abajo”.
Basta darle una rápida lectura para darse cuenta que se trata de una historia circular, donde con el pasar del tiempo los actores van colocándose en la posición contraria a la que iniciaron la historia.
Los que empezaron como oprimidos que luchan hasta lograr victorias, pasan a ser opresores derrotados; mientras que los que iniciaron como opresores derrotados pasan a ser victoriosos.
Esos cambios se explican en que los actores no tenían claras las ideas, durante el desarrollo de la lucha resultaba evidente que ellos ni siquiera tenían claro el porqué luchaban.
Terminaron adquiriendo los mismos vicios, a veces con más destemple, que aquellos a quienes combatieron.
Las ideas y las ideologías (que no es lo mismo ni es igual) son fundamentales para que las agrupaciones no pierdan su norte.
Asumir causas solo por simpatías o antipatías personales no suele parir proyectos consistentes o que lleven a feliz término.
La falta de un verdadero proyecto de nación puede llevar a que “los de abajo” desde que sean “los de arriba” se conviertan en más de lo mismo, o peor.