Nunca se la juegue a un cuervo. Un estudio realizado por las universidades de Lund, en Suecia, y de Viena, en Austria, ha descubierto que estas aves son rencorosas.
Y, por si eso fuera poco, parece que no olvidan el rostro de quien les gasta una mala pasada.
El experimento parece confirmar que los cuervos tienen la capacidad de recordar el rostro de aquellas personas que les han gastado una jugarreta.