Los censos marcan la ruta de la revolución dominicana

Los censos marcan la ruta de la revolución dominicana en cien años

Los censos marcan la ruta de la revolución dominicana en cien años

La directora de la ONE, Miosotis Rivas Peña, estará el jueves en la presentación de los primeros datos del X Censo.

SANTO DOMINGO.-Para esta semana, la segunda de agosto, han sido anunciados resultados preliminares del censo del año pasado con los que se podrán hacer apreciaciones firmes sobre cien años de la vida dominicana en los que ha atenido lugar una transformación profunda y extensa.

Una revolución, sin dudas, que puede ser apreciada por cualquiera que se tome el trabajo de buscar en lo que éramos para 1920 y lo que somos hoy a pesar de las desviaciones.

El primer censo aplicado con un criterio moderno fue planificado e impulsado por el gobierno de La Ocupación en un complicado episodio de la vida nacional que puede ser vinculado a la Gran Guerra de 1914.

Entonces, de acuerdo con el estudio, la población dominicana era rural en algo más de ocho de cada diez, es decir, más de 80 % rural y menos de 20 % urbana.

Un siglo después ha sido aplicado el Décimo Censo de Población y Vivienda 2022, bajo la responsabilidad del Estado dominicano, que está a un tris de entregar los primeros resultados.

Y como pueden aparecer algunos para los cuales un siglo es mucho tiempo, se les puede decir que no siempre es así si pensamos en personas como María Cristina Camilo, que si no fue contada como niña en 1920 se debió a una falta de los empadronadores, porque estaba nacida, y lo mismo, debió haber sido registrada en el de noviembre del año pasado, 2022, con 104 años.

Como María Cristina, otros, así sea para contarlos con los dedos de una mano. La mención de su nombre sólo es debido al hecho de que es una persona conocida.

A ver, a ver
Cuando se escribe esta nota tenemos a la vista una invitación para la entrega de los primeros datos preliminares del censo del año pasado, pero la intención no es dar cifras, sino llevar a la conciencia del lector la medida de su importancia.

El cifras
Si sabemos que el censo de 1920 registró una población de 894 mil 665 habitantes, y que hoy, un siglo después, deben de vivir en el país de los dominicanos más de 10 millones, esto implica que a pesar de salidas por muerte y migraciones se ha multiplicado por más de 11 aquella cifra.

Los números, puestos así sobre papel, pueden decir algo para gente hábil para interrogarlos, así que trataremos de aplanar algunas afirmaciones para hacer comprensible una exposición que apenas comienza.

Desde los primeros años de la escuela se le ha dicho al dominicano que su parte de la isla tiene 48 mil 442 kilómetros cuadrados. Convengamos en que fuera así para el año 1920.

Esto implica que por cada kilómetro cuadrado vivían 18 personas en el territorio completo, contrario al primer quinto del siglo XXI, cuando debemos ser más de 200.

A esto se le denomina densidad, una medida estadística para poder operar con abstracciones que no siempre es entendida, porque cualquiera de nosotros está en la condición de mostrar cientos de kilómetros de la Capital hasta Pedernales en los que no vive un alma y unos cuantos metros medidos al pie de edificios de apartamentos en la Villa Juana del Distrito Nacional, en los que viven cientos.

En un párrafo precedente fue usado el verbo “convengamos” y ahora veremos por qué. El pueblo dominicano de hoy vive en un país con límites definidos por cualquiera de sus partes, no así hace un siglo, cuando estaba ocupado por el cuerpo de marina del ejército de los Estados Unidos de América.

Entonces los límites fronterizos con Haití estaban sujetos a discusión y no quedarían completamente establecidos hasta 1929 y 1936, es decir, 9 y 16 años después de la aplicación de aquel importante primer censo.

Un pueblo campesino
Según el censo de 1920, de la población total registrada entonces vivía en los campos el 83 %, es decir, unas 742 mil personas.

Era una población fundamentalmente rural, pero acaso sea importante mostrar ahora, cuando todavía estamos a tiempo, algo de la ruralidad de entonces no sea y se origine una idea falsa sobre aquellos campesinos.

No tenían agua por cañería, carecían de energía eléctrica, de motocicletas, camionetas y carretas para ayudarse. Tenían, en cambio, caballos, burros, mulos y bueyes para desplazarse y cargar los frutos de la tierra, que no salían a las aldeas, pueblos y puertos por vías acondicionadas con una capa de rodamiento sobre la base de caliche y asfalto, como puede ser hoy, si no por trillos intransitables en cualquier tiempo, particularmente períodos de lluvias.

Aquella ruralidad implicaba una dotación mínima de hospitales en algunos poblados, los partos diurnos o nocturnos tenían lugar por la cuenta de comadronas o vecinas con su propia experiencia como todo arsenal de conocimientos para ayudar a parir a una mujer, falta de escuelas y, como mucho, algún campesino con algún conocimiento del alfabeto para enseñar a unos cuantos a escribir su nombre y a leer mínimamente para ingresar a la guardia si le era llegado el caso.

La precariedad de las condiciones de vida y la insalubridad del ambiente al nacer estaban en la base de un alto índice de mortalidad. La gente moría más joven que ahora.

Según el censo del año 10 (el jueves veremos los del año 22), en los campos dominicanos vivía 25.6 % de la población y en pueblos y ciudades 74.4 %.

Esto no ocurrió de golpe, ha ido paso a paso y los censos espaciados desde 1920 dejan ver esta ruta hacia la inversión del emplazamiento de la gente. Más adelante nos ocuparemos de las implicaciones de este y otros hechos claves.

Censo de 2010

74.4% Proporción de la población urbana.
¿Cómo ha variado el porcentaje de una población urbana que no ha dejado de crecer?

“Me voy pal pueblo/ hoy es mi día”
Las claves. El éxodo del campo al pueblo debe de haber empezado poco a poco con la apertura de las carreteras y la expansión de los servicios como consecuencia de políticas públicas.

La visualización de la escuela como escalera para la realización social de los hijos puede haber actuado como uno de tantos motores subjetivos.

Desde el punto de vista económico, la instalación de zonas industriales en comunidades como Haina, San Pedro de Macorís, La Romana y la Capital han de haber actuado, junto a la constante económica y la centralización administrativa, para hacer del sureste del país el punto de mayor concentración urbana.

Primero, obreros; después, emprendedores y migrantes. La informalidad determina hoy el perfil de la población.



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