Los carteles suramericanos de la droga han aumentado sus actividades en la región del Caribe, aprovechando una especie de enfriamiento de la persecución por parte de los países de la región y la reducción del apoyo de Estados Unidos.
La inusual cantidad de cargamentos importantes detectados en territorio dominicano no es una señal de eficiencia de las autoridades regionales, sino de intrepidez de los narcotraficantes.
Cuando un cartel del narcotráfico se aventura a movilizar una tonelada de cocaína, es porque esa ruta le resulta segura tras haber realizado frecuentes operaciones exitosas.
No nos llamemos a engaños.
La actividad del narcotráfico se ha intensificado en la región del Caribe.
La República Dominicana no cuenta con los recursos para enfrentar a estas estructuras criminales, pero lo peor del caso es que están fortaleciendo los grupos locales de apoyo.
Con la caída, en el pasado reciente, de varios cabecillas de grupos de narcotraficantes locales se debilitaron estas estructuras, pero las mismas se están reorganizando.
La región Este del país es una caldera que en cualquier momento podría explotar.
Figuras del pasado y nuevos capos se han reorganizado, con niveles potenciales de violencia realmente preocupantes.
Los carteles suramericanos están cogiendo confianza con la ayuda de sus cómplices de aquí.
Cerrar los ojos no solucionará nada.