En el Ministerio de Interior y Policía y la Fiscalía del Distrito Nacional hay satisfacción por los resultados del programa Mi País Seguro al mes de haber sido puesto en práctica en el sector Cristo Rey.
Muy bien. Es temprano para hacer la fiesta por el buen éxito de esta iniciativa, pero no tanto como para economizarse la felicitación, puesta en este punto porque a continuación proponemos algunos puntos que consideramos oportunos.
Para empezar, una pregunta que se hace la gente común cuando se le habla de este programa de seguridad, supuesto a extenderse por todo el país. Cuando se estabilice un nivel de seguridad aceptable para la vida cotidiana, ¿qué va a pasar? ¿Será dejado Cristo Rey a su suerte para que vuelva, paso a paso, a ocupar el lamentable liderazgo de la inseguridad que movió a las autoridades a iniciar Mi País Seguro en este sector?
Una experiencia sacada de tantas otras iniciativas similares llevadas a cabo en el pasado reciente, la mudanza de “los chicos malos” a otros sectores, cuando eran intervenidos aquellos en los que tenían campo de operación, sirve de base para la siguiente interrogante: ¿Se ha tomado en cuenta el riesgo de que se esté mudando a otros sectores vecinos el fermento de la inseguridad?
La idea de comprometer a los líderes comunitarios en darle vida a las iniciativas es importante, tanto como no abandonarlos a su suerte y mantener la atención sobre luminarias, canchas, y agentes civiles y policiales.
El país es ancho y largo, la inseguridad está presente en San Francisco de Macorís, en el Macorís del Este, en Barahona, Bonao y muchas otras comunidades. Y en cada uno de ellas según sus particularidades y su medida.
La esperanza, en definitiva, es que al final todos podamos, como hoy el Ministerio de Interior y Policía y la Fiscalía del Distrito Nacional, saludar unos buenos resultados desde cualquier lugar.
