Atenas.-Los griegos se despertaron el lunes por la mañana en un nuevo mundo: los bancos abrían de nuevo tras tres semanas cerrados, pero los nuevos impuestos de austeridad hacían que todo fuera más caro, desde el café a los taxis o el aceite de cocina.
En el centro de Atenas, la gente esperaba en una fila mientras los bancos abrían las puertas a las 8 de la mañana, tomando números y esperando a que llegara su turno en ventanilla.
Sin embargo, las autoridades mantienen muchas restricciones sobre las operaciones bancarias, incluidas las retiradas de efectivo.
En un decreto publicado el sábado, el gobierno griego mantuvo el límite diario de retiradas de efectivo en 60 euros (65 dólares), aunque añadió un límite semanal de 420 euros.
Así, un depositante que no retire dinero el lunes podrá sacar 120 euros (130 dólares) el martes, de modo que los griegos no sientan la necesidad de ir a los cajeros automáticos todos los días. Las nuevas subidas de impuestos también entraron en vigor el lunes.
El Impuesto de Valor Añadido subió del 13% al 23%, lo que hace que algunas carnes, aceites de cocina que no sean de oliva, el cacao, vinagre, sal, flores, leña, fertilizante, insecticidas, toallas sanitarias o preservativos, entre otros artículos.
Algunos servicios afectados por la subida del gravamen son los de restaurantes y cafeterías, funerarias, taxis, academias de refuerzo muy populares entre estudiantes griegos que intentan compensar las deficiencias del sistema escolar, clases de idiomas y centros de aprendizaje de informática.
Se espera que las tarifas del transporte públicos suban a principios del mes que viene. Tras meses de negociaciones con sus acreedores, Atenas se vio obligada a aceptar sus demandas de imponer recortes en las pensiones y subir impuestos.
Es demasiado pronto para decir cuánto durarán los controles de efectivo, indicó Louka Katseli, director de la Asociación Griega de Banca.
“Comprendo por completo a la gente que está nerviosa. Pero actuar con miedo provoca las circunstancias que teme la gente”, dijo a la televisora estatal ERT.
“Desde 2008 se han retirado 124.000 millones de euros en depósitos, y en los últimos meses se han retirado 40.000 millones de euros de ese dinero. Si eso no se hubiera retirado, los bancos griegos no habrían tenido un problema de liquidez”.
El gobierno izquierdista de Grecia lucha contrarreloj para completar un nuevo acuerdo de rescate con sus acreedores, y afronta otra votación en el Parlamento este miércoles para imponer más medidas de austeridad.
En medio de la presión, el primer ministro, Alexis Tsipras, lucha por contener una creciente revuelta en su partido Syriza, que amenazó con derribar al gobierno la semana pasada en la primera ronda de votaciones sobre la austeridad.
Los miembros del gobierno disidentes fueron sustituidos el viernes en una reforma del gabinete, pero incluso sus sucesores han criticado con dureza las nuevas medidas de austeridad.
“El gobierno se vio obligado a aceptar una retirada táctica para salvar el país”, dijo el lunes el nuevo ministro de Trabajo, Giorgos Katrougalos. “Esto fue el resultado de un golpe de estado financiero posmoderno, que fue gestionado por el primer ministro de una forma responsable”.
Es probable que los recortes de gastos y las subidas de impuestos agraven la recesión en la que Grecia lleva seis años envuelta, y han provocado una nueva ronda de huelgas y protestas callejeras.
El cambio de postura de Atenas se produjo tras expirar el programa de rescate anterior. Atenas dejó impagado un plazo de deuda con el Fondo Monetario Internacional, y los bancos griegos se vieron al borde del colapso cuando el Banco Central Europeo rechazó ampliar su asistencia de emergencia diaria.
Dado que Grecia afronta un cuantioso pago de deuda al BCE, además de lo que adeuda al FMI, la Unión Europea decidió el viernes liberar un préstamo a corto plazo de 7.160 millones de euros para ayudar a Grecia a cumplir esas obligaciones. El dinero forma parte del tercer rescate de Grecia, que se espera requiera semanas de negociaciones.