En las primeras construcciones del siglo XVl de la recién levantada ciudad de Santo Domingo, el balcón aparece tímidamente debido a la necesidad de resguardar las edificaciones, durante sus turbulentos inicios, de forma que estas mostraban fachadas cerradas al exterior.
Avanzando el tiempo y a medida que se conquistó la isla, el balcón se muestra cada vez más osado y audaz en las fachadas de las edificaciones.
Durante el periodo hispánico, el balcón se limitó a proyectar un vano de puerta al exterior, fue sin embargo durante el periodo de la ocupación francesa de la isla, como consecuencia del Tratado de Basilea, que la arquitectura hispana de pocos vanos al exterior y volcada a los espacios interiores privados, se transformó en una arquitectura extrovertida hacia la calle, introduciendo nuevos vanos de puertas, hasta ocupar toda la fachada y en construcciones en ángulo, las dos fachadas que miran a la calle.
Los balcones muestran en su confección, las influencias del estilo del momento. Del gótico, el clásico hispánico, los floridos estilos del periodo romántico victoriano, las influencias francesa e inglesa y el arte del Caribe.
Un balcón esta constituido fundamentalmente por tres elementos: puerta de acceso, piso o pavimento, con el elemento estructural que lo sostiene y el barandal o barandilla.
Barandilla de protección
Su función es proyectar al exterior, el espacio interior de una edificación, cuyo nivel de pavimento esta sobreelevado.
La puerta es lo que señala el cambio del interior al exterior. La barandilla define el límite de la profundidad del balcón y protege al usuario. El piso o estructura pavimental, puede ser o no, igual a los materiales interiores. Un balcón puede realizarse totalmente en voladizo o estar apoyado en cornisas, ménsulas o vigas de cualquier material.
Los primeros balcones fueron de tímida proyección, aumentando su profundidad a medida que se perfeccionan las soluciones técnicas con los materiales empleados.
El balcón puede ser descubierto o tener su propia cobertura. La barandilla puede limitarse a la altura de la colocación de las manos o continuar hasta la cubierta, según el clima, usos o costumbres de un país, región o un determinado momento histórico.
En la ciudad de Santo Domingo tenemos balcones realizados en piedra, mampostería de ladrillos, madera o metal.
En la época de la ocupación francesa se realizaron con materiales mixtos, durante este periodo, los barandales, antepechos y cubiertas, resultan altamente ornamentados, sobre todo si el barandal se realiza en hierro de forja o fundición.
Los aleros de los techos son festoneados y los antepechos moldurados, introduciéndose una nueva riqueza ornamental al aspecto de la ciudad.
Balcones sacrificados
Resultó penoso que durante las primeras intervenciones de restauración de las edificaciones durante la década de los setenta del siglo pasado, muchos bellísimos balcones fueron sacrificados, en aras de devolver la austera imagen hispana, a la ciudad colonial.
Afortunadamente conservamos aun, magníficos balcones que pueden apreciarse en la zona denominada “Ciudad de Ovando” y en los sectores aledaños que fueron creciendo a lo largo de los siglos XVII, XVIII y XIX.
Hoy en día estos los balcones engalanan nuestra ciudad primada, haciéndola aun mas bella.
Tienen su historia
— Su esencia
Tímidos, al principio, los balcones se convirtieron en la característica de una ciudad que se sentía más segura de sí misma. Relatan la historia de la dominicanidad, pues recorre tres épocas diferentes de la arquitectura civil.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA