Los planes en la zona fronteriza solo se enfocan en el reforzamiento de la vigilancia para frenar el cruce de indocumentados por los 390 kilómetros que dividen a República Dominicana con Haití.
Sin embargo, es bien sabido que la frontera es un infierno en cuanto a actividades irregulares, que abarcan el tráfico de personas y de armas de fuego, así como de drogas y mercancías, en virtud de que el país ha mostrado poca maniobra en el resguardo total de esa zona tan empobrecida.
Más de 6 mil efectivos bordean el lado dominicano, pero siempre hay denuncias frecuentes del paso ilegal de extranjeros que huyen de la miseria y el desorden que prevalece en Haití.
El país, al paso de los años, ha tenido que cargar con los indocumentados que buscan oportunidades de vivir con dignidad.
Y los militares…
Solo hay anuncios de que militares son enviados a la frontera, pero no se habla del sacrificio que significa dejar a familias para asumir la misión de salvaguardar la seguridad y la integridad territorial. No basta con desplegar tropas sin planes estratégicos que propicien el desarrollo.