Lobos y ovejas

El presidente Abinader tiene razón al poner distancia entre su autoridad como jefe de Estado y el intento adánico de legislar una ley de prensa “consensuada” entre aquellos a los que debe regular.
Ese consenso entre quienes no estaban en ningún desacuerdo significativo ha resultado en un proyecto fallido cuyo principal aspecto innovador, referente a redes sociales y plataformas digitales, deberá ser eliminado, según declaró el presidente de la comisión redactora, por los macos y contradicciones jurídicas incluidas.
Ese jurista y periodista, mi estimado colega Namphi Rodríguez, reveló su idea de sacar de la propuesta de ley de prensa lo de plataformas digitales, para que su ente regulador sólo proteja derechos de menores y supervise espectáculos públicos.
Quizás olvidó que ya existen organismos estatales para eso. El reciente revolú porque al Listín su proveedor de hosting digital intentó aplicarle sus reglas de contenido, denunciado como censura, demuestra que en las relaciones comerciales legítimas un organismo estatal como el que se busca crear no pinta nada.
Además, la pretendida despenalización de delitos de prensa, para sólo castigar con multas o resarcimiento dinerario, equivale a poner precio a la honra ajena y promover la irresponsabilidad de quienes deben ejercer su criterio con sindéresis al determinar qué se publica o no.
Para frenar ilícitos flagrantes del desmadre en redes, medios digitales y prensa, bastan las leyes existentes y voluntad del Gobierno y su farandúlica Procuraduría. Tanta desvergüenza y contemporización disuelven el orden público y la moral, que esa improcedente nueva ley no garantizará.
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