ATENAS – Los griegos votarán el próximo domingo sin saber muy bien qué gobierno surgirá de las elecciones, pero sí su programa: la aplicación de nuevas medidas de ajuste a cambio de un tercer plan de asistencia financiera internacional.
La cita electoral será la tercera del año, y se vio provocada por la dimisión el 20 de agosto del primer ministro Alexis Tsipras, siete meses después de que su partido de izquierda Syriza conquistara el poder.
Los comicios están organizados por un ejecutivo interino, encabezado por la presidenta de la Corte Suprema, Vasiliki Thanou, y tendrán lugar mientras continúan los controles de capitales, instaurados a fines de junio para proteger a los bancos.
Tsipras decidió forzar estas legislativas anticipadas tras la escisión que provocó en su partido la aceptación, el 13 de julio en Bruselas, de un tercer plan de rescate, de 86.000 millones de euros.
Los diputados rebeldes de Syriza no le perdonan a Tsipras que diera este giro, después de haber llegado al poder precisamente con la propuesta de poner fin a cinco años de austeridad y profunda crisis económica.
Los disidentes, que reivindican el «no» del referendo del 5 de julio a las medidas de austeridad planteadas por los acreedores del país (UE y FMI), crearon un nuevo partido, Unidad Popular, que milita abiertamente por la salida del euro y la vuelta al dracma.
Tsipras esperaba inicialmente obtener el 20 de septiembre la mayoría absoluta en el Parlamento, pero a la vista de los sondeos, parece haber renunciado. Según cuatro sondeos publicados este domingo, Syriza tiene apenas una ventaja de entre 0,3% y 0,7% sobre el principal partido opositor, el conservador Nueva Democracia.
Nueva Democracia se ha visto propulsada por la inesperada popularidad de su líder Evangelos Meimarakis. Este apparatchik de 61 años propugna un gobierno de unión nacional entre todos los partidos que votaron en agosto a favor del nuevo plan de rescate, es decir Nueva Democracia, Syriza, Pasok (socialista) y To Potami (centro). Por el momento, Tsipras ha descartado categóricamente una alianza con Nueva Democracia.
Globalmente, los griegos agradecen a Tsipras haber evitado una salida del país de la zona euro, aunque para ello tuviera que dar un giro radical en sus promesas de poner fin a la austeridad.
Durante la campaña electoral, Tsipras ha retomado su retórica antiausteridad, y ha acusado a Nueva Democracia de estar del lado de la «Europa de (Wolfgang Schäuble)», el ministro alemán de Finanzas conocido por la dureza de su posición respecto a Grecia.
Pero retórica aparte, ninguno de los principales partidos pone en cuestión el principio en sí del plan, para mayor alivio de los acreedores. Y el debate está en qué margen de maniobra tendrá el futuro ejecutivo.
El sábado, en una reunión del Eurogrupo en Luxemburgo, el ministro francés de Finanzas Michel Sapin resumió la situación así: «no hay razones especiales para preocuparse hoy, porque todos los partidos (griegos) susceptibles de estar en el poder, de una forma o de otra han votado a favor del plan» de rescate.