Seamos honestos. Lo que los demás piensan de nosotros, sí nos importa. Hoy en día hay toda una tendencia a potenciar eso de ser tú mismo, de amarte, de no cambiar para encajar y todo eso.
Está muy bien sobre papel y esos videos inspiradores que corren por las redes.
Pero la realidad es que somos seres sociales que vivimos interactuando constantemente con otras personas, por ende, es inevitable que aquello que piensan sobre nosotros no nos impacte.
Creo que el enfoque está equivocado. Lo importante es decidir qué personas van a tener la capacidad de influirnos y que nos importe lo que puedan pensar de nosotros.
Ahí está la clave. Uno evoluciona, se va conociendo, es muy importante ser fiel a una serie de valores y principios, que se convierten en innegociables, pero ser flexibles en otras cosas y tener la amplitud de mente de escuchar a otros opinar sobre uno mismo y coger aquello que te va a nutrir y soltar lo que aporta.
Hay ocasiones en las que tenemos que hacer cosas que no nos gustan, por el simple hecho de encajar en un contexto. Y eso no es malo, siempre y cuando no signifique romper con esos principios marcados. Pero flexibilizar nuestro carácter, tomar acciones para recibir halagos de otros, o simplemente para estar bien en un entorno. está bien y es necesario.
Aferrarse a eso de yo soy así, no voy a cambiar y quién quiera que me acepte, al final no funciona, porque o entras en una burbuja y te aíslas del mundo o llegará el momento en el que nadie quiera estar contigo.
Ahora, depender de la validación de los demás para todo, te va a llevar al mismo lugar. Como siempre, equilibrio es la clave y, sobre todo, saber rodearte de quién te aporte, siempre.