La eterna ancestral crisis económica e institucional de Haití tiene picos cada cierto tiempo y actualmente está en la antesala de uno de ellos. Bandas organizadas de delincuentes han llegado a convertirse en verdaderas estructuras capaces de confrontar al débil estado haitiano.
Miles de haitianos que huyen de la violencia provocada por estas bandas de delincuentes sen unen a los que huyen de la pobreza y de la inestabilidad política.
Está comprobado que los países de la región, incluyendo a Estados Unidos y los del CARICOM, prefieren que las oleadas migratorias haitianas se dirijan a territorio dominicano para librarlos así a ellos de tener que recibirlos.
No es casual que se auxilien de personas y grupos enquistados en el territorio dominicano para inhabilitar medidas dominicanas tendentes a contener la migración ilegal haitiana o las repatriaciones.
En cualquier momento empezarán las voces altisonantes tratando de desmeritar a la República Dominicana o debilitar sus políticas migratorias para que así los haitianos que huyen de la situación calamitosa de su país prefieran venir aquí en vez de viajar a territorio norteamericano o de otras islas del Caribe.
El Gobierno dominicano debe mantenerse atento a lo que ocurre en el vecino país y no dejar que le carguen el dado.
