El año que recién termina puede que sea el cierre de un ciclo de efectos directos de la post pandemia, el cual podemos afirmar que afrontamos de manera muy adecuada pudiendo mostrarnos al mundo como un país resiliente.
Ahora nos toca darle la bienvenida a un ciclo que inicia con el 2024, el cual coincide con un año también electoral.
Los dominicanos tendremos que escoger las autoridades electivas en dos procesos que tendrán lugar con pocos meses de diferencia.
En febrero tendremos elecciones municipales, que a fin de cuentas son las autoridades más cercanas a los ciudadanos por sus propias características, pero las más endebles por su debilidad institucional.
El compromiso de escoger autoridades máximas del Poder Ejecutivo y a los miembros del Poder Legislativo se nos presenta en mayo.
El reto es abordar esos procesos fortaleciendo el régimen democrático y sin afectar la dinámica social y económica.
Las primeras señales que hemos visto de esta campaña ha sido la carencia de sustancia y una presencia más allá de lo prudente de desinformación y personalización de las discusiones públicas, a lo cual nos resistimos a denominarlo debate.
Eso tendremos que esforzarnos en mejorarlo.
En el ámbito económico tenemos el reto de acelerar el crecimiento del Producto Interno Bruto y generar riquezas que necesita el país para consolidarse como una economía robusta y sana.
La inflación continuará siendo un gran reto, pero hemos demostrado ser lo suficientemente previsores para hacerle frente a pesar de un entorno internacional adverso.
De igual manera en 2024 hay que elevar la conciencia del impacto del cambio climático en todas las actividades humanas y que definitivamente tiene un impacto preponderante en nuestra isla con la presencia de fenómenos atmosféricos cada vez más extremos y por tanto mayores posibilidades de desastres naturales.
En estos próximos doce meses tendremos que atender nuestros asuntos sin dejar de mirar al vecino Haití, que tiene el gran desafío de una intervención militar internacional que entrará a colaborar en la pacificación y ayudar a que se encarrile por senderos institucionales.
En fin, 2024 llega lleno de retos y desafíos que debemos afrontar juntos.