*Por Homero Luciano
Durante los años de 1804 al 1828, importantes colonias de la América española, mediante insurrecciones político-militares, lograron su emancipación de las monarquías, que por más de tres siglos las mantuvieron subyugadas.
Mientras estos acontecimientos se suscitaban en América, en Europa, tras la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo, las monarquías de Rusia, Austria y Prusia, resentidas por las conquistas liberales que produjo la revolución francesa, procuraron restaurar sus políticas expansionista, y mediante el congreso realizado en Viena en el año de 1815, establecieron un acuerdo político y religioso denominado la “Santa Alianza”, que consistía en el mantenimiento de sus regímenes y credos, para con esto impedir el surgimiento y propagación de movimientos revolucionarios liberales en Europa, y sobre todo en América.
Oportuno es resaltar que las 13 colonias británicas en la América del norte, también se habían levantado en armas contra el Reino de Gran Bretaña, declarando su independencia el 4 de julio de 1776, y sumada la independencia de las entonces colonias españolas, se estaba conformando un nuevo mapa de la geografía política del mundo.
Estas rupturas de las nacientes repúblicas en América, generaron en las monarquías conquistadoras, reacciones de todo tipo. El dominio económico que sobre estas tierras ejercían, impulsaron acciones de reconquistas que obligaron como estrategia natural, agruparse para contrarrestar toda acción que tratara de abortar las independencias alcanzadas.
Ante el acoso y asedio permanente que sufrían las nacientes repúblicas de América, surge en el año de 1823 de la mente iluminada de John Quincy Adams, a la sazón secretario de Estado en el gobierno de James Monroe la llamada “Doctrina Monroe”, en la que se establecía su oposición al colonialismo y que cualquier intervención de los europeos en América seria vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de los Estados Unidos de América.
Siempre se ha inferido que bajo el predicamento “América para los americanos” como razón de la Doctrina Monroe, los gobiernos de los Estados Unidos han actuado con imprudente injerencia en la autodeterminación de los pueblos, renunciando a los principios con los que fue concebida. La realidad que vivimos hoy, nos permite pensar que el fango de estos lodos, son productos de aquellos polvos que la “Santa Alianza” nos dejó.