El Presidente de la República y el director de la Policía Nacional deben tener bien claro el diagnóstico de la Policía para que no se desvíen en el camino y así evitar que en vez de avanzar al proceso de modernización de esa institución retrocedamos a los tiempos de la caverna.
Los acontecimientos que estremecieron a la población y que en cierta medida produjeron los cambios de dirección en esa institución fueron relativos a brutalidad policial, es decir, al comportamiento de los agentes policiales.
La indignación popular se desbordó por el asesinato de civiles indefensos, incluyendo una joven madre embarazada, por parte de agentes policiales violentos y abusadores.
La República Dominicana del siglo XXI reclama una policía profesional, dirigida por un policía gerente, que garantice el uso de las técnicas modernas para la detección del crimen, el mantenimiento del orden público y la protección del ciudadano.
No necesita, ni se pueden permitir, revivir prácticas trogloditas que eran tan comunes en el pasado.
Lo que el Presidente de la República le ha prometido al país es la modernización de la Policía Nacional, no su vuelta a la caverna.
Las arengas iniciales del nuevo Director de la Policía Nacional y algunos desafortunados pronunciamientos de personalidades civiles, podrían confundir a los agentes y hacerles creer que el reclamo nacional consiste en añoranzas de los tiempos en que los excesos policiales, la represión y el irrespeto a los derechos ciudadanos eran la norma.
Lo que el país reclama es una Policía Nacional profesionalizada y honesta que combata el crimen con eficiencia para que junto al Poder Judicial saquen de las calles a los delincuentes y preserven el orden público.