Una gran parte de los dominicano suele ser en extremo moderada al reconocer virtudes a los dominicanos o a las instituciones nacionales.

Intentemos hacer un ejercicio de generosidad, que en realidad sería un ejercicio de justicia.
República Dominicana lleva 85 días con la presencia activa y reconocida del nuevo coronavirus Covid-19.

Difícilmente nos libraríamos de la llegada de ese virus debido a las intensas relaciones con el exterior que tenemos por nuestra condición de isla con más de dos millones de ciudadanos viviendo en el exterior y una economía sustentada en el turismo y las remesas.

En todo ese tiempo, con una población proclive a la indisciplina, el sistema sanitario no ha colapsado gracias a que los casos de contagios no se han desbordado.

Las autoridades, hay que reconocerlo, han actuado con presteza, dedicación y responsabilidad.

No seremos “tiñosos” en reconocer que las autoridades sanitarias se han mostrado transparentes en la información, receptivas a las críticas y sensibles ante los dramas generados por esa enfermedad.

También seremos justos al reconocer que el sector empresarial ha sido solidario, desprendido y creativo.

La población también ha sabido sacrificarse, ha asumido la nueva realidad y comprendió que la cotidianidad le cambió.

La clase política dominicana ha sorprendido al asumir la crisis sanitaria en su justa dimensión. Aún con las diferencias políticas, ideológicas y de intereses, han asimilado el combate al Covid-19 como una prioridad nacional.

Nuestro reconocimiento a la oposición que ha apoyado el estado de emergencia y sus extensiones y se ha mostrado colaborativa en los esfuerzos por combatir la expansión del virus.

Igual con el oficialismo, que volcó su campaña a apoyar iniciativas humanitarias en medio de esta crisis.

Oposición y oficialismo, que están en medio de una contienda electoral, supieron adecuar sus planes de campaña a la nueva realidad. Merecen ser reconocidos.
Los riesgos no han terminado aún.

Quizás ahora los retos sean mayores pues hay que reactivar la cotidianidad con un virus activo y un proceso electoral en marcha.
Transitar con éxito la parte del camino que queda es responsabilidad colectiva.
Estamos demostrando que podemos.