Todo el mundo habla de lo que le gustaría hacer cuando podamos salir de casa. No hay nada más maravilloso que dejar que la mente vuele e imaginar todo lo que nos queda por hacer, que sé es mucho.

Pero a mí este tiempo de encierro me está sirviendo para vislumbrar no solo qué quiero hacer sino quién quiero ser.

Cuando descubres que 24 horas son tan largas te das cuenta de que la prisa ya no existe y eso que siempre decías de… “no tengo tiempo para…” pierde todo su sentido.
Muchas de las cosas que antes eran importantes y prioritarias ya no lo son tanto, y otras que dabas por sentado y no valorabas han pasado a primer lugar.

También veo este tiempo para enfrentar esos fantasmas que estaban dormidos e ignorados pero a los que hay que hacer frente para seguir hacia delante reforzado y sobre todo más feliz.

En ocasiones me doy cuenta que salir de mi zona de tranquilidad en mi propia casa es difícil porque este es mi refugio, pero luego pienso que no hay mejor lugar ni momento para hacerlo que ahora.

Y eso me da un empuje increíble, unas ganas tan grandes de ser mejor persona, de poder volver a estar con mi gente y valorarlos mucho más y poder dar todo lo que soy.

Al final esa es la conclusión a la que he llegado, que quiero salir para poder ser mejor y sobre todo serlo para los demás.

Cuando actuamos solemos ser egoístas, es algo de nuestra propia naturaleza, este momento nos ha dado una bofetada de realidad, necesitamos a los demás profundamente. Y aunque imaginar las cosas da paz, hacerlas te da verdadera felicidad. Mi lista ya es muy grande, pero sobre todo tiene nombres propios.