Lo que costó La Sirena en 1965 alcanza hoy para comprar casa y yipeta

Lo que costó La Sirena en 1965 alcanza hoy para comprar casa y yipeta

Lo que costó La Sirena en 1965 alcanza hoy para comprar casa y yipeta

Símbolo de La Sirena en Multicentro Churchill al anochecer. NICOLÁS MONEGRO

Santo Domingo.-Si usted se para en la acera este de la vía icónica del comercio, la diversión, los grandes establecimientos y el glamour del Santo Domingo de hoy, puede ver desde el pie del edificio de Blue Mall, con la mirada hacia la acera oeste, el emblemático Multicentro Churchill, uno de los grandes establecimientos del Grupo Ramos.

En la base social de este edificio está una de las grandes empresas comerciales del país y, como le gusta pensar al dominicano de hoy, una de las grandes fortunas todavía vitales de aquel momento primigenio iniciado con la caída de la Gran Dictadura.

El que preside Román Ramos Uría es, ciertamente, uno de los grupos económicos importantes del país, pero hace poco más de 50 años era, apenas, La Sirena, un negocio en picada que le fue vendido a crédito por 110 mil pesos.

A cualquiera le puede parecer hoy una chilata, pero era entonces una suma considerable si se piensa que un peso y un dólar eran la misma cosa, es decir, representaba cerca de 6 millones de estos tiempos, bastante difícil para cualquier empleado hasta de un banco comercial.

Con una cantidad de dinero como esta un dominicano típico piensa de inmediato en una yipeta, un apartamento en uno de los complejos de Bisonó y en una gran fiesta.

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Desde luego, si el país tiene grandes empresas comerciales es porque hay en la población buena disposición para el consumo y la capacidad para comprar.

El dinero estaba más allá de las posibilidades de este joven español, así que le hizo frente a su aspiración sobre la base de su red social —en el sentido antiguo del concepto, de vínculos de colaboración, amistad y solidaridad— y buscó “los cuartos”, y un socio, para reunir 50 mil pesos que debían ser aportados de inmediato. El socio buscó 25 mil y a él su suegro le prestó 25 mil. ¡Un gran emprendimiento había empezado sin un chele!

Año inmejorable
Eran los días de la guerra civil y el entonces joven Román —llegado de Asturias a trabajar como empleado— se envolvía una operación económica a la que no ha dejado jamás de ponerle ganas.

Fue aquel, el de 1965, un gran año para Ramos Uría, que a pesar de haber vivido la guerra en la parte colonial, se casó en agosto y en diciembre se endeudaba por 8 años para canalizar su vitalidad hacia una unidad económico—social.

La transformación
La Sirena no fue un invento suyo. La tienda existía antes de que naciera, un día 18 de octubre de 1941, en Pola de Allande, Asturias. Suyo es el vuelco hacia el área de cosméticos y cristalería impreso en el perfil del negocio, hoy día cubierto bajo la carpa de Grupo Ramos, al que dio origen.

Este emprendedor había llegado a Santo Domingo en 1959 con el precario equipaje de la mayoría de los migrantes españoles de aquellos días.

Algún día Santo Domingo tendrá, en el Museo de Fray Antón de Montesinos, una sala con maletas, camisas, zapatos, sombreros y contratos de trabajo de cientos, o miles, de peregrinos que afincaron en esta tierra su precariedad, denominados arabitos, cocolos o españolitos entre 1880 y 1980.

Cortos de equipaje y cargados de ilusiones, ellos y sus descendientes han pasado a ser parte vital del desenvolvimiento económico, social y político del pueblo dominicano.
Mientras trabajaban, acogidos a rutinas que pueden parecerles sórdidas a quienes prefieren otros estilos de vida, construían una parte del destino dominicano.

Si no ha exagerado al hablar de sí mismo durante una entrevista en su oficina amplia y moderna de Multicentro Churchill, llegó “frenando en el aro”, como dice el habla coloquial del dominicano para describir una muy precaria condición económica.

Los genes del oficio
Nacido en una familia de tradición comercial modesta, a su llegada ingresó en una fábrica ubicada en el barrio María Auxiliadora, de la entonces Ciudad Trujillo, donde trabajó como obrero y un día lo pasaron como dependiente a una tienda de la Calle del Conde.

Con 80 años, don Román dice que le gusta la buena vida.

Con este traslado Ramos Uría llegaba a la entonces vía del comercio distinguido, la diversión y el glamour de la capital dominicana y desde entonces no dejaría esta actividad, a la que decidió ligar su historia personal.
Una vez con La Sirena, no quiso involucrarse en la venta de textiles, especialidad de la mayoría del comercio español de la Calle del Conde, porque no le daba el dinero.

“Con lo que compraba un rollo de tela llenaba un estante de champú”, dijo a los periodistas José Monegro, Ányelo Mercedes y Miguel Febles como quien recoge recuerdos estacionados en una neurona.
Aquella circunstancia lo llevó a especializarse en cristalería y cosméticos, productos para el cuidado y el embellecimiento que terminarían por imprimirle un perfil particular a su emprendimiento cuando la salida del socio lo llevó a sobreendeudarse para comprarle su parte en el negocio.

Como se puede ver, y en esto debe de haber una enseñanza gratuita para la gente joven o emprendedora, no importa la edad, este hombre de 24 años tenía a su alcance más voluntad que recursos económicos, y la usó.

La Sirena creció, se expandió a otros puntos del país, particularmente Santiago, y también llegó a la Churchill en una movida que algunos comerciantes consideraban arriesgada, pero que Román Ramos celebra hoy como una inversión visionaria.

Con la expansión de la ciudad, que no ha dejado de moverse desde que fue fundada entre muros, también los centros de interés han variado de lugar, entre ellos las calles del Conde y Mella, que fueron una vez el espejo a donde iba a verse lo mejor y más distinguido de la sociedad.

Román Ramos ha sido testigo y actor de estos desplazamientos desde los días en los cuales la atención estaba centrada en un reducido perímetro, hasta hoy, cuando parece difuso y se le puede encontrar en cualquier parte del país y algunos no vacilan en señalar su punto culminante, el summun, en la avenida Winston Churchill.

Dejar España

—1— En barco
Viajó de Vigo a Puerto Rico en seis días y allí le prestaron 35 dólares para el pasaje a Santo Domingo. No los ha pagado.
—2— Destino
Llegó a Santo Domingo el día 15 de octubre de 1959. Tres días después cumpliría 18 años.
—3— Clave
El año de la guerra fue clave de su vida: ¡se casó y compró La Sirena!