Cuando dos o más miembros de una familia repiten un mismo comportamiento, hay quienes desde afuera dicen: “lo llevan en la sangre”.
Es cierto, todo lo que ha pasado en nuestra familia, aun antes de que naciéramos, ya viene tatuado en nuestras alma y biología.
El proceso de almacenaje de memorias y vivencias que pasa por generaciones está demostrado científicamente. Grupos de ratas fueron sometidas a descargas eléctricas y de sonidos repetitivos. Pasado un tiempo, los impulsos eléctricos fueron eliminados, pero las ratas seguían actuando similar cuando escuchan el sonido asociado previamente. Los descendientes de esas ratas presentaron el mismo comportamiento cuando solo escuchaban el sonido.
Un comportamiento similar al del estrés postraumático pudo ser observado en los hijos de personas que estuvieron relacionadas con los ataques del 11 de septiembre y las torres gemelas. Los niños nacidos después de esos sucesos tenían comportamientos de gran sensibilidad a sirenas, ambulancias y temas similares que ellos no vivieron pero sus padres sí.
Esos estudios, analizados en el libro “Este Dolor no es Mío”, escrito por el psicólogo y constelador familiar norteamericano Mark Wolynn, dejan establecido que los seres vivos transmiten genéticamente a su descendencia emociones y sensaciones de eventos que les marcaron.
Explicado así, tiene más sentido comprender esas sensaciones que a veces sentimos a las que no le encontramos explicación. Un experto en constelaciones familiares sí puede identificarlas.
Xiomara Lora, directora de Loxin Centro de Integración Humana, dominicana pionera en Constelaciones Familiares, iniciará la formación número 18 donde podrás aprender a encontrar, validar, sanar y cerrar esos acontecimientos que aun te persiguen a ti y a tu familia.