Algunos podrán estar sorprendidos por las medidas que ha adoptado el Gobierno dominicano con relación a Haití, pero es solo por no comprender la magnitud del problema actual que ocurre en esa nación.
El control de ese país ha recaído en grupos criminales liderados por delincuentes que ejercen un dominio con características tribales en el territorio que han asumido.
Solo en esta semana han sido secuestrados 10 camiones de transporte de combustibles con sus conductores para pedir rescate por los plagiados y exigir a las empresas el pago de una especie de “fit” por el uso de las carreteras.
Los alimentos, junto con los combustibles, han empezado a escasear, a tal nivel que un galón de gasolina se está cotizando en el mercado negro hasta en 25 dólares (2,500 gourdes), lo que equivale 1,400 pesos dominicanos.
Esos grupos han estado entrando de contrabando armas largas para sus hombres y con ellas ejercer presión sobre quienes ocupan funciones gubernamentales.
Haití también se ha convertido en un lugar perfecto para terroristas que pudieran tener en la mira ataques contra intereses occidentales.
Las medidas adoptadas por el gobierno en su mayor proporción están motivadas por realidades como las antes descritas.
El desborde migratorio es solo una de las consecuencias inevitables de todos esos males que se producen en Haití frente a la mirada indiferente de la comunidad internacional.
De no detenerse el curso que ha tomado la realidad haitiana, podríamos ver grandes olas migratorias teniendo como principal destino el territorio de la República Dominicana.
Por tal motivo, hace bien el gobierno dominicano en no cansarse en el llamado de atención a la comunidad internacional y en tomar medidas preventivas.
El liderazgo político, económico y social dominicano, debe mantener su mirada puesta en lo que ocurre en Haití para que no los encuentre desprevenido un eventual desbordamiento de la crisis.
Hay que estar preparados para resistir eventuales presiones para que República Dominicana cargue con el problema, incluyendo el levantamiento de “campos de refugiados” en territorio dominicano como forma de que el desborde migratorio no llegue a otros territorios en la región.
Lo de Haití es mucho más grave de lo que a simple vista se está observando.